Un juez asesinado, la ejecución del responsable de la Guardia Nacional en el estado, el intento de fuga de reos y los bloqueos e incendios en las carreteras de Zacatecas fueron parte de las noticias que tuvieron en la incertidumbre a cientos de habitantes de esa entidad.

No es la primera vez que Zacatecas arde”, sin embargo, desde la perspectiva, siempre con “otros datos” del presidente Andrés Manuel, todo va bien, “se está mejorando” y su estrategia de abrazos no balazos es la adecuada para regresar la paz a dicha entidad.

“Todos esos grupos (bandas del crimen organizado) surgieron en los periodos anteriores”, dijo evasivamente el presidente en la mañanera donde se le cuestionó sobre la violencia extrema que se vivió en el norte del país durante el fin de semana.

Para AMLO los neoliberales son responsables de la violencia desmedida que tiene bañado en sangre al país, a su decir, el juicio contra Genaro Luna será detonante para conocer cómo se formaron, toleraron y hasta protegieron las organizaciones criminales.

Lo que el inquilino de Palacio Nacional no supo explicar es por qué cuatro años después de que rindió protesta, es decir, ya en el último tercio de su mandato, no es posible pacificar al país.

Las masacres, los actos terroristas, las ejecuciones y las desapariciones forzadas han avanzado junto con su gobierno. De la mano de su política de abrazos no balazos y militarizar la seguridad pública, los crímenes más atroces continúan.

En ninguno de los gobiernos anteriores se supo de la aprehensión y liberación de un capo, como sí sucedió con su gobierno en el Culiacanazo, por citar sólo un ejemplo.

Más allá de los titulares internacionales, los estados de la República Mexicana observan con preocupación la situación -real- que atraviesa Zacatecas, se sabe que por desgracia estas olas de violencia no se limitan a las fronteras territoriales o a las jurisdicciones de las autoridades.

Lo vimos -y vivimos- con el auge del huachicol, del narcomenudeo. El tema de los encajuelados, el abandono de cadáveres en plazas públicas y las ejecuciones son escenarios que un día se reflejaban sólo en ciertos estados o ciudades fronterizas como Tijuana o Juárez, sin embargo, con el paso de los años, esa violencia se replicó en el Bajío y las dantescas escenas pasaron a ser la portada de los diarios en Jalisco, Michoacán, Guanajuato y también en estados del sur, como Guerrero.

Aunque hoy Puebla no tiene estos niveles de violencia, masacres como la de cuatro personas en Totimehuacán nos demuestran que las acciones de otras entidades sí terminan impactando en nuestra sociedad más temprano que tarde.

¿Algún día Andrés Manuel abrirá los ojos, reconocerá que ha fallado y dará un viraje a su absurda estrategia de seguridad?

Yo no lo creo, ¿y usted?