En ocasiones en el Congreso del Estado se presentan iniciativas con poco sentido o hasta sin importancia. En el colmo, éstas se aprueban con una celeridad envidiable. Ejemplos sobran.
Sin embargo, hay otras iniciativas que pasan meses, años en la congeladora. Algunas, como las reformas para permitir la Interrupción Legal del Embarazo, son rezagadas por el miedo de los legisladores a pagar algún “costo político”. Otras porque simple y sencillamente no conviene a alguien que sean atendidas.
Le comento esto porque actualmente hay una iniciativa que lleva -al menos- 21 años congelada.
Después de que hace unas décadas el Congreso de la Unión aprobó la Ley de Responsabilidad Patrimonial todos los estados debían armonizar su legislación con el documento federal, pero nuestros diputados se hicieron los occisos, precisamente por las repercusiones que tendrá.
El objeto de dicha ley es fijar las bases, mecanismos y procedimientos para que los particulares ejerzan el derecho a la indemnización por daños en cualquiera de sus bienes, que se generen con motivo de la actividad administrativa irregular del Estado o de sus municipios.
O sea, obligará a las autoridades a reparar el mal, cuando se pruebe que fueron responsables u omisas en su actuar. Justo y necesario, ¿no?
A juzgar por los años que lleva en el cajón esa iniciativa, muchos de quienes han pasado por el Congreso de Puebla quisieron quedar bien con los gobiernos en turno y no movieron ni un dedo para lograr la dichosa armonización.
Esperemos que ahora sí, la LXI legislatura le ponga el cascabel al gato y después de haber recibido el documento en junio del año pasado haya podido analizar el tema, para darle trámite en esta o la otra semana y que sea votada cuanto antes en el Pleno.
Más allá de las acciones que tomen nuestros legisladores, es de destacar el tiempo que llevamos los poblanos desprotegidos, pero no fuera una reforma para aumentar sus periodos vacacionales o la dieta mensual porque entonces sí, hasta sesión extraordinaria hacen.
Y esos son los que nos van a decir en unos meses, cuando nos pidan el voto para otro cargo o para reelegirse, que están para atender nuestras peticiones y para representarnos en la tribuna.
¡Vaya cinismo!