Mucho se jugó el gobernador Sergio Salmón en la última semana.

Ante el fuego de tensar la sucesión en Morena, decidió plantear a la dirigencia de su partido y en particular a Claudia Sheinbaum la necesidad de ampliar la baraja de seis a ocho corcholatas.

Ante el forcejeo de los consejeros estatales para nombrar a los primeros cuatro, el riesgo de dejar fuera a los perfiles más competitivos o a algunas de sus cartas personales lo llevaron a hacer un planteamiento que, de acuerdo con las declaraciones de ayer de Mario Delgado, podría también usarse en algunos otros estados.

La operación de Sergio Salomón no se detuvo ahí. La apuesta del sábado pasado estaba centrada en volver a mostrarle a su coordinadora nacional y futura candidata que la estructura guinda en Puebla no es de ninguna de las corcholatas. La llave para accionar la maquinaria morenista no tiene más dueño que el gobernador del estado. Ni más, ni menos.

El sábado Sergio Salomón fortaleció la relación y el compromiso con Claudia Sheinbaum, lo que sin duda le dará una influencia directa al momento de la “interpretación” de la encuesta.

Como lo hemos dicho en otras ocasiones, tendrá voz y voto, incluso quizá, derecho de veto, logrando con ello mantener los hilos de su sucesión.

Así las cosas, estos son algunos de los muchos factores que influirán en la decisión final sobre quién será él o la coordinadora en Puebla: AMLO en primer término, Claudia casi en el mismo nivel de poder, el posicionamiento real en las encuestas, las facturas políticas del pasado, las lealtades y —por supuesto— el género… Y ahora hay que sumar la voz del gobernador Salomón.

Vaya que la de Morena, es una ecuación muy difícil de resolver, quizá más complicada que las fórmulas algebraicas del odiado Baldor de nuestros tiempos preparatorianos.

¿En qué acabará el despeje de esta ecuación?

Veremos y diremos.

La peligrosa votación del Senado

Este martes 3 de octubre la Cámara Alta votará en el Pleno una peligrosa iniciativa: CURP con fotografía.

En un país como México, donde se ha demostrado una y otra vez que los datos personales que le entregamos al gobierno terminan en manos del mejor postor, avalar que la SEGOB recopile los datos biométricos de todos los mexicanos, es un peligro.

De entrada, en la iniciativa jamás se plantea que los datos personalísimos que se pretenden recabar, además de la fotografía, sean tratados bajo lineamientos del INAI o que sea éste, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, quien regule el resguardo y la distribución de nuestras huellas dactilares, iris, firma y otras linduras.

Además de que no se contempla un presupuesto para el resguardo ni la implementación de medidas de seguridad, la “CURP con foto” también sería obligatoria para menores de edad.

La discusión será de relevancia nacional, esperemos que nuestros senadores estén a la altura y que antes de aprobar algo recuerden que, en otras ocasiones, por legislar sobre las rodillas se han visto obligados a parchar sus propias iniciativas.