Para don Álvaro Domecq un componente esencial de la torería es la personalidad: lo que hace que un torero, tanto por su aspecto como por sus actitudes, sea inmediatamente reconocible. Es decir, el conjunto de características originales que destacan en algunas personas que nos hace decir cuando los vemos "ahí va un torero".
La personalidad va de la mano de la capacidad de "transmitir", verbo que aparece en el libro "Léxico español de los toros" (Editorial CSIC-CSIC Press, 1989) de José Carlos Torres, cuando menciona que el torero "debe sentir lo que hace para poder transmitir". François Zumbiehl en "El discurso de la corrida" (Ediciones Bellaterra, 2009) agrega que cuando toro y torero son capaces de "transmitir" producen "un chasquido emocional".
Cuando todavía estábamos metidos en la pandemia del Covid-19, por ahí del primer semestre del 2021, se organizaron unas novilladas en el Cortijo "Los Fernández".
Paloma, mi esposa, exigente, crítica y quien no se impresiona con facilidad, quedó cautivada por la personalidad y la capacidad de transmisión de un novillero tapatío que debutaba en esa plaza: Jairo López. A partir de ahí, siempre que lo veía anunciado hacía que fuéramos a verlo.
Cuando Jairo se presentó en la Nuevo Progreso en la temporada de novilladas del 2022-2023 no sólo logró que Paloma ratifica la impresión que tenía de él, sino que fascinó a sus paisanos triunfando en las tres tardes en las que lo anunciaron.
Hace poco más de dos meses se fue a España al Centro de Alto Rendimiento Taurino CITAR. Su paso en la península ibérica ha sido meteórico. Lo llevaron a una clase práctica y cortó un rabo. Esa actuación hizo que lo invitaran a sustituir a un novillero que, por enfermedad, había dejado vacante un sitio en el certamen "Guadalajara busca a un torero".
En la semifinal en la localidad de Horche cortó dos orejas. Esos triunfos hicieron que lo anunciaran en una novillada en La Torre de Esteban Hambrán, otro pueblito de Casilla-La Mancha.
Las crónicas dijeron que había desorejado a su primer novillo de Martín Lorca y que "perdió con los aceros los máximos trofeos en su otro novillo".
Llegaba entonces a la gran final de "Guadalajara busca a un torero" con tres actuaciones en las que había cortado seis orejas y un rabo. La novillada en Mondéjar del 17 de septiembre 2023 se suspendió por lluvia.
Ese mismo día, Axel, hermano menor de Jairo estaba anunciado para debutar vestido de luces en la plaza el Nuevo Progreso de Guadalajara. Después del paseíllo, se le veía inseguro en el callejón.
No era para menos, debutar en una plaza tan exigente y con "novillos" que, según el cartelón, tenían más de cuatro años cumplidos. Tan pronto se abrió de capa, se disiparon las dudas.
Verónicas lentas, acompasando la embestida del toro. Era solo el principio de una faena que cautivaría a los aficionados de Guadalajara.
Dice Zumbiehl que "la belleza, en la tauromaquia, nace casi siempre del fecundo choque entre un punto de partida minúsculo y frágil, y una realidad o una resonancia que tiene una dimensión mucho más amplia".
Axel se veía frágil, con muy poca experiencia, pero con un corazón y una intuición torera que lo llevo a lentificar los pases.
Tenía muchos años que no se me escurrían las lágrimas en una faena. Los naturales y derechazos de Axel, bajando mucho la mano, exigiéndole al de Cortina Pizarro que humillaba con bravura, provocaron que las de cocodrilo rodaran por mis mejillas.
Axel es distinto a su hermano, tanto físicamente como en su tauromaquia. Un poco más basto y bajito, güerito y con un arte exquisito. Su toreo me recuerda al de Guillermo Capetillo.
El domingo 1 de octubre se llenó la plaza de Mondéjar, para, ahora sí con un día soleado, ver la final del certamen "Guadalajara busca a un torero".
Aunque se refiere, al municipio español que se encuentra en la comunidad de Castilla-La Mancha, dos de los tres novilleros finalistas eran de la otra Guadalajara, la de Jalisco: Santiago López-Ortega y Jairo López.
El resultado de Jairo habla por sí solo: Cuatro orejas, petición de rabo y el trofeo del certamen. Pero su actuación fue mucho más impactante que el resultado numérico.
Valor, variedad y temple. Con el capote lo vimos ejecutar verónicas, caleserinas, saltilleras, gaoneras, valentinas, zapopinas, revoleras, medias verónicas y un precioso remate con una zapopina como recorte. Cubrió el segundo tercio en sus dos novillos y lo hizo con imaginación, valentía y precisión. Puso pares al cuarteo y al quiebro.
En una ocasión hizo un arriesgado recorte a cuerpo limpio, el novillo se le revolvió e hizo por él, pegado en tablas Jairo levantó los brazos y, sin miedo al encuentro o a la posible cornada, clavo un muy comprometido par de banderillas.
Pero donde más luce es con la muleta. Torea como mexicano, la dimensión en sus largos muletazos hace recordar a Manuel Capetillo o al Ranchero Aguilar.
¿De dónde surgen estos hermanos López que destacan por su personalidad y transmisión?
Jairo y Axel nacieron prácticamente en la plaza Nuevo Progreso. Toda su infancia, sus juegos y sueños transcurrieron alrededor del ruedo, los tendidos, los corrales y demás rincones y recovecos de la plaza de toros de Guadalajara. Son hijos de Claudio López, un sencillo colaborador del coso tapatío.
Claudio intentó, sin suerte, ser novillero. De ahí se convirtió en chonero, que es como se les conoce en algunos ambientes taurinos a aquellos hombres que le salen a los toros toreados, de media casta y cebú.
Para seguir en el mundillo de los toros, consiguió chamba en la Nuevo Progreso donde, desde hace muchos años, ha realizado múltiples oficios y encargos.
Con un intuición, Jairo y Axel han asimilado el toreo observando. Imagino que aún no son conscientes, pero han aprendido con los cuatro sentidos: viendo, escuchando, tocando y hasta oliendo todo lo que ha pasado en los últimos dieciocho años en la plaza de Guadalajara. De ahí su sensibilidad, personalidad y transmisión que provocan un chasquido emocional en los aficionados.
Mañana Axel López partirá plaza en la novillada de triunfadores en su plaza. ¡Qué Dios reparta suerte!