En una corrida de toros el aficionado no es un espectador pasivo. Quien está en el tendido participa del espectáculo con su apreciación y juicio.

Diferencia lo bello de lo feo, valora lo que se hace con verdad y reprocha lo que le desagrada. El ánimo del público y los dictámenes de los aficionados influyen en el torero y en las condicionan de la lidia. 

Dicen que Eloy Cavazos toreaba "de oído". Era un torero carismático, con la sensibilidad para entender el estado de ánimo del público y la habilidad ajustar la lidia para siempre conectar con el tendido.

Tierno Galván dice que acudir a los toros es "un acto de brutal sinceridad social, que nos delata, en cierto modo, ante los demás".

En los toros hay muchos elementos y circunstancias que provocan los arrebatos que se viven en la plaza. Las acciones de los protagonistas tienen consecuencias. Por eso es difícil permanecer indiferente. Los toros se viven con pasión, que a veces desborda, que lleva a la plenitud. 

El domingo pasado se lidió un encierro con una presencia que me pareció indigna para la categoría de la plaza de Guadalajara, que además se combinó con debilidad y sosería.

Al salir el quinto de la tarde, mi esposa, siempre crítica y exigente, me pidió que abandonáramos la plaza, en un acto que consideramos que era el más correcto. Un par de días después, un amigo, emocionado, me preguntó qué me había parecido la faena de Sebastián Castella al toro de regalo.

"No la vi", le dije. "¿Cómo? ¿Te saliste? Eso no se debe de hacer", me recriminó al tiempo que describía la belleza de los templados muletazos del diestro francés.

La anécdota me ha lleva a preguntarme por la ética de un aficionado a los toros. Dado que influimos en lo que sucede en el ruedo, ¿cuál es nuestra responsabilidad?

¿Está bien salirse de una plaza a la mitad de una faena? ¿Cómo puede un aficionado manifestar su inconformidad ante lo que sucede en el ruedo, o ante las actuaciones de la autoridad que preside el festejo? ¿Es correcto aventar cojines? ¿Se debe pedir música o gritar "arriba el Atlas"? 

El aficionado y cronista yucateco Raúl Gutiérrez Muñoz "Kapotazo" en su libro "La Tauromaquia en la Mano" incluye "el decálogo del buen aficionado". Diez puntos que nos ayudan a reflexionar sobre la ética de quienes asistimos a una plaza de toros:

1) Juzga la faena de acuerdo con las condiciones del toro.

2) No regales trofeos, pues los toreros se reirán de ti.

3) Exige siempre de acuerdo con la categoría del torero.

4) Recuerda que las faenas buenas deben ser siempre ligadas y completas.

5) Observa que los pies del torero se estén quietos durante la realización de los lances de capote o los pases de muleta.

6) No te dejes llevar por el sensacionalismo; un buen natural vale más que un pase de rodillas.

7) Exige a la autoridad que cumpla con el reglamento.

8) Aprende a conocer el mérito de cada pase.

9) Todos los toros tienen su lidia, pero no pretendas que a todos los toreen por naturales. Sólo ha habido un Manolete.

10)  Observa y aprecia todos los tercios de la lidia por igual.

Si bien las normas de comportamiento han ido cambiando a lo largo del tiempo y distintas plazas tienen sus usos y costumbres, el decálogo que propone Gutiérrez Muñoz es un interesante punto de partida para que lo aficionados asumamos nuestra responsabilidad.

Tierno Galván decía que los toros son un acto colectivo de fe: "La afición a los toros implica la participación de una creencia; de aquí, que para el auténtico aficionado, la afición sea en cierto sentido un culto. Pero ¿creencia en qué? ¿Fe en qué? En el hombre".

Para el intelectual español, los espectadores ratificamos cualidades inherentes a los seres humanos como la valentía, el sentido del honor y el deseo de gloria. Como en toda creencia, nuestra responsabilidad implica seguir aprendiendo y así gozar más.