Cuando Napoleón decía que «un ejército marcha sobre su estómago» no se refería a que una panza llena mueva mejor al soldado, por el contrario, con ligereza en la tripa y el puñal del hambre adentro se lucha mejor. Bajo esta lógica, Morena tendría un 2024 a toda marcha, pues el año que sigue será rico en hambre y derrotas políticas desde el campo.

Para hacer estas predicciones no hace falta echar cartas o tener mala leche, sólo ir entendiendo los vientos políticos, económicos y sociales de la región y el mundo.

Con el lema “revolución de conciencias” este gobierno llegó a transformar las narrativas políticas de México; le guste o no, así funcionan las reglas del juego de la democracia.

Las narrativas las puede encontrar condensadas en potentes frases, hoy lugares comunes. Primero los pobres. No mentir, no robar, no traicionar. Fuchi caca. Todas píldoras de sabiduría. “Sin maíz no hay país” es la máxima agropecuaria que rige al campo y lo está desmoronando.

El maíz blanco, el de las tortillas, del que éramos autosuficientes, tendrá enormes turbulencias el siguiente año ante un Sinaloa -el granero nacional- sembrando la mitad de lo normal. Los problemas van desde el gobierno no sabiendo comprar a precios de garantía o manejar instrumentos financieros para asegurar primas, rancias políticas asistencialistas-agraristas, y un país con 78% de su territorio en sequía.

Los mismos funcionarios federales admiten que del ´18 al ´22, cada año se ha cosechado menos maíz y se ha importado más. Se estima que, para el siguiente año, tengamos que añadir un kilito extra por cada diez que ya traíamos. Es un mundo de más de seis mil millones de dólares.

Y si lo importante era el discurso, ese también está por perderse de fea manera, todo antes de las elecciones de junio.

El decreto presidencial para prohibir el glifosato -el herbicida más usado del mundo- se ve peligrar cuando el principal aliado legislativo, moral y científico, ha palomeado continuar su uso. El quince de este mes la Unión Europea hará oficial la aprobación para seguir con glifosato en el viejo continente por al menos los siguientes 10 años.

La pelea de los transgénicos -en el ring del tratado de libre comercio- contra Canadá y Estados Unidos está más que perdida, pues el panel internacional que deberá dictaminar hacia finales de marzo no tiene argumentos científicos para ir hacia otro lado. Igual, no crea que el tema le importa al gobierno realmente. Ellos fueron quienes gestionaron todo para convertir a Sudáfrica -país que siembra mayoritariamente grano transgénico- en el mayor exportador (3 de cada 4 kilos) de maíz blanco para México.

Estas heridas en la 4T comienzan a soltar sangre y algunos actores de la vida nacional lo van oliendo. En un foro organizado la semana pasada por el influyente Consejo Nacional de la Tortilla, las críticas, acompañadas por la también importante Unión Nacional de Avicultores, fueron contundentes contra las pésimas decisiones en el manejo del ecosistema agropecuario-alimenticio nacional.

Dos de cada diez mexicanos viven en el campo, pero diez de los diez tienen que comer. El año se viene complicado para el maíz, así como la brutal disminución de frijol en Zacatecas, la crisis global de arroz por las prohibiciones de India, la turbulencia del trigo en Europa, la amenaza latente de una gripe aviar mundial, y cada una de las piezas de este complicadísimo mundo que vivimos. El ejército podrá marchar, pero viviendo en democracia el hambre puede votar a nuestro Napoleón directo al Waterloo de la Chingada.