El empiece de un nuevo año consiente un simbólico reinicio, suficiente para impulsar los propósitos de las uvas, pero no es magia para borrar las inercias globales y regionales. 2024 marchará al ritmo de año electoral y el campo norteamericano no se escapará de este compás.
Norteamericano por las elecciones tanto en nuestro país como Estados Unidos. Y es precisamente en el ámbito norteamericano -Canadá incluida- donde veremos la disputa agropecuaria más relevante de México en el año: la disputa por los transgénicos.
Lo más importante a entender de esta disputa agropecuaria es que lo agropecuario es lo menos relevante. México no tiene un solo argumento técnico para ganar la disputa transgénica, o la del herbicida glifosato, y todos lo saben. Especialmente nuestro presidente, quien de hecho está contando con esta derrota para ganar en la narrativa electoral.
Con el panel resolviendo en marzo, AMLO tendrá suficiente tiempo para envolverse en la bandera nacionalista del maíz, y Joe Biden tendrá tiempo para cobrarse los méritos electorales entre los votantes del Cinturón del Maíz. Perder y ganar y todos ganan.
Aunque no por mirarnos el ombligo norteamericano podemos ignorar el resto de los escenarios globales.
Argentina vive una importante sacudida con la llegada de Milei y sus tajantes políticas. En el corto plazo todas las exportaciones agropecuarias -menos la soya- tendrán una subida en los impuestos, aunque se espera que pasada la emergencia económica se liberen todos los derechos. Recuerde que Argentina es un monstruo exportador de leche, carne, maíz y trigo al ritmo de 30 mil millones de dólares anuales, a pesar de estar como están.
Aún dentro de la precariedad latinoamericana existen ángulos. Venezuela tímidamente parece buscar estabilidad política en las elecciones de este año y con esto rescatar al sector primario del peor país en términos de seguridad alimentaria del continente. Segundo peor, con Haití en primer lugar, pero esa es una tragedia que se sobreentiende.
Cuba pasa por una de sus peores crisis alimentarias en la historia, eliminando los últimos vestigios de proteína cárnica de la canasta básica. La cosa esta tan fea por allá que hasta México ha ayudado con la donación de un vivero, tractores y otros insumos. Donación hecha con sus impuestos y bajo la marca de Sembrando Vida, dona lo que tienes y comerás de lo que no tienes, dicen.
Más allá de los océanos la inseguridad subsiste. En Ucrania, aunque se ha generado nueva infraestructura para mover la producción del granero de Europa, el trabajar el campo en zona de guerra no termina por dar certezas para estabilidad en los precios de las harinas globales. Líbano, cuyo principal puerto y silos explotaron en 2020, está a nada de meterse de lleno en el conflicto Israel-Gaza para traernos una desgracia alimentaria más.
Territorios completos como Somalia, Mali, Myanmar, Sudán y la propia Gaza, se sumarán a los 5 millones de mexicanos que hoy se van a dormir sin comer, y los 25 millones que mañana no tendrán la certidumbre de saber qué poner en su plato.
Esta época de enorme abundancia tiene cabida para frivolidades como acaparar Roscas de Reyes de Costco o venderlas en $1,700 la pieza, pero debería también tener un mínimo piso de dignidad para eliminar las causas materiales del sufrimiento. Feliz 2024, propóngaselo.