Ayer, en la gran pista política de la mañanera presidencial, hizo acto de presencia el ex secretario de gobernación de la capital poblana, René Sánchez Galindo.
No es la primera vez que el ex funcionario de Claudia Rivera hace apariciones sorpresivas. A mitades de diciembre pasado publicó un corto video donde anunciaba su interés por participar en el ‘24. ¿Por una federal o local? Sepa, pues lo borró rápidamente de sus redes sociales. Hace semanas con otro video lo clarificó: diputación federal.
Su aparición en la mañanera del presidente aviva las sorpresas de que pueda aparecer en una lista para alguna diputación por MORENA, quizá para el momento de publicado este texto ya lo esté.
Pero debe quedar claro que la presencia de Sánchez Galindo se dio en el marco de una cosa completamente distinta, la defensa a las reformas legislativas que envió López Obrador. En particular la que busca prohibir el consumo de maíz transgénico por humanos.
Ahí, el autonombrado “abogado de la nación” ha jugado un rol que se remonta a años atrás, cuando coordinó jurídicamente una de las demandas colectivas que terminó frenando a los transgénicos en México. Situación que sigue apuntalando, ahora desde la dirección general de asuntos internacionales de la consejería jurídica de presidencia.
Más allá de las respetables aspiraciones políticas de quien ya perdió de fea manera una diputación en 2021 contra el ahora candidato a la capital poblana, son preocupantes las explicaciones usadas para emprender esta cruzada a favor del maíz. Demostrando hacia donde nos quieren mover las riendas del país.
Entre los máximos motivos para esta iniciativa se encuentra defender al “50% de todos los nutrientes de la población mexicana”.
Usted acompañe la cuenta. La mitad de 2 mil calorías diarias, entre las doscientas y tantas calorías que dan 100 gramos de tortillas —la forma de consumo más común del maíz— sale números redondos de a medio kilo diario de tortillas.
“No pasa en ningún otro país” decía Sánchez Galindo, aduciendo la importante contribución del maíz a la dieta nacional. Sí, sí pasa en algunos otros países, sobre todo en África.
Una dieta donde la mitad de tus calorías vengan del maíz blanco, digamos tortilla porque al transformarlo se vuelve algo más nutritivo, es una dieta limitada. Muchos carbohidratos y buenas fibras, pero poca proteína. Por supuesto que es para lo que le alcanza al mexicano promedio, que apenas puede costearse 12 kilos de carne al año.
Corea, por allá de los 60s, era un país similar a México. Económicamente fregado y con una dieta basada en un grano socioculturalmente vital, el arroz. Una cosa más era similar, la altura, con promedios para las mujeres cerca del metro y medio.
Pasada la guerra civil, a Corea del Sur le pasó algo, y es que se volvió rica. Y mucho. Pasaron de ganar 158 dólares al año a más de 35 mil. Comenzaron a comer mejor. Más proteínas y menos carbohidratos. Más nutrirse y menos llenarse. Y sucedió algo extraordinario: el promedio surcoreano de altura en mujeres subió a 1.72. ¡20 centímetros en el último siglo!
Las comparaciones son odiosas, pero la historia dispuso que existiera Corea del Norte. Un país atrasado, empobrecido hasta el extremo, pero con la misma genética que sus vecinos del sur. Su promedio actual 1.55 metros, tan solo tres centímetros debajo que las mexicanas de hoy….
Para esto sirve la creación y distribución de riqueza, y buenas políticas públicas. Para reducir las causas materiales del sufrimiento, no para perpetuarlas. ¿Ve a algún político con una visión de desarrollo así? No vaya a pensar que es una sugerencia para el voto.