Vivimos una locura electoral muy propia de nuestros tiempos: hoy la mejor propuesta para un puesto de elección popular es ninguna propuesta.
Suena incomprensible, pero las redes sociales han logrado amplificar discursos muy de nicho, muy locales o muy polarizados. Posturas que en otro momento muy difícilmente pudieran ser relevantes en la conversación pública ahora tienen espacio.
O sea que es imposible quedar bien con todos. Pasamos de decidir entre separar los bienes de la iglesia y el estado y poner impuestos al tabaco, a la opción múltiple absurda de hoy en día.
¿Derechos LGBT, régimen fiscal, estrategia contra el crimen organizado, apoyos a la tercera edad, derecho a decidir sobre el aborto, crisis de desaparecidos, mejor baile de TikTok?
Y aunque hoy en día es imposible checar todas las combinaciones e intereses, los candidatos tienen la obligación de mostrar los esbozos de lo que buscan hacer en la administración —el poder— si el voto popular así lo decide.
Los dos candidatos punteros a la gubernatura, Eduardo Rivera y Alejandro Armenta, presentaron un ramillete de propuestas, compromisos, o como les quiera decir, que involucran al campo y ameritan mencionarlas. Hoy comenzamos con las de «Lalo» Rivera, abanderado por PAN, PRI, PRD y PSI.
De botepronto destaca el Programa Peso a Peso, que, como se obvia con su nombre, buscar hacer una iguala por cada peso que invierta el agricultor al comprar semillas, fertilizantes o maquinaria.
La diferencia es radical con las propuestas del bando contrario, que se decanta por dar los montos totales, evitando en lo posible que el beneficiario tenga que sacar un dinero de su bolsa. De qué es mejor o peor como estrategia de administración pública se han escrito cientos de libros, acá solo mencionamos la diferencia.
Lo anterior no significa una visión cegada de justicia social por parte del exalcalde panista. Sus propuestas tienen los nombres más clichés del medio, pero están basadas en realidades socioeconómicas.
«Semillas de Desarrollo» donde hijos e hijas de productores del campo tendrán una beca del 100% para que estudien la universidad, buscando que sean carreras que beneficien al campo poblano. La propuesta ahí está, vale la pena replantearse la pertinencia de reforzar hoy en día la necesidad de una carrera universitaria, en vez de fortalecer lo técnico, para alcanzar una vida plena.
«Herederas del Campo» para propiciar el acceso a propiedad y tenencia de la tierra, así como apoyos focalizados para proyectos productivos. De nuevo, la propuesta ahí está, puesta como en todas las demás campañas. El problema es tan sistémico, tan civilizatorio, que proponerlo como cualquier cosa, es la señal más clara de que ningún gobernante entiende la problemática social detrás de una promesa así. Igual se ve bonito.
Ya de aquí se divergen hacia los clásicos centros de transferencia de tecnologías, capacitación, y toda la innovación del mundo, cosa que ningún gobierno ha hecho cuajar por más de un sexenio. Acá la forma es fondo, pues no son lo mismo las propuestas tecnificadas de este lado electoral, contra las propuestas más agroecológicas del otro. De nuevo, solo resaltando las propuestas.
De ahí en adelante a la prudencia se le consideró mala consejera, y se entró a propuestas tales como 10,000 huertos urbanos «para fortalecer la agricultura sostenible». 7 megacentros de distribución de apoyos alimentarios, despensas y equipamiento de huertos familiares. Y huertos de traspatio en todos los planteles escolares, y casas que quieran.
Se puede proponer de todo en la vida, con método. Cuando se propone al ritmo de la moda electoral es imposible diferenciarse del contrincante, no se da estructura las propuestas, y en ser los «nuevos» ellos traen la ventaja inercial y electoral.