Rosario Orozco le declaró la guerra al gobierno de Sergio Salomón. La diputada electa decidió abrir un frente justamente ahora, cuando ya tiene asegurado el fuero por tres años.
El tema que generará el encontronazo es la inversión por 6 mil 800 millones -provenientes del erario- en la empresa financiera Fóndika, por el entonces gobernador, Miguel Barbosa, esposo de Rosario Orozco.
Las interrogantes que planteó Orozco Caballero difícilmente se le hubieran planteado unos meses antes, como tampoco se escuchó su voz en el caso Accendo, por ejemplo. Otro tema sobre el que ha guardado un silencio sepulcral son los excesos de la exsecretaria de Finanzas, María Teresa Castro Corro. Ambos, indefendibles.
Teresa Castro fue la principal cómplice del saqueo a las arcas del gobierno del estado. En la administración de Barbosa todos los contratos, licitaciones y acuerdos pasaron por las manos de la secretaria.
Ella creó una mafia. Sometió a proveedores, quienes tuvieron que cumplir con sus caprichos, moches y diezmos. Aquellos que no se alineaban o simplemente no le eran gratos, fueron etiquetados como galistas, morenovallistas, marinistas o melquiadistas. De esa manera, sólo mantuvo en el círculo a sus amigos.
El manejo de los recursos públicos que invirtieron por aquí y por allá, las bolsas que crearon y las decisiones que se tomaron, son faltas que superan lo administrativo y llegan a niveles penales.
Los barbosistas lo saben, están queriendo curarse en salud por los desfalcos que hasta hoy conocemos como Accendo y Fóndika, además de millonarias deudas como la que se tuvo con el SAT. Todas estas decisiones financieras que provocan un daño y quebranto al erario terminarán con responsables tras las rejas.
Es obvio que no será Rosario Orozco quien pague los platos rotos desde una celda. Primero porque cuenta, como ya se dijo, con fuero, pero además porque ella no estaba inscrita en ningún apartado del organigrama gubernamental.
Sin embargo, hay que reconocer que Orozco Caballero era la mujer más cercana y poderosa del sexenio pasado, la mano que mecía la cuna, el enlace entre Miguel Barbosa y Teresa Castro.
Efecto dominó
Rosario Orozco ha tirado la pieza que podría generar un efecto dominó. Pareciera que se le olvidó que Miguel Barbosa ya no es el gobernador. No está midiendo a cuánta gente está exponiendo.
Sus declaraciones podrían generar un cisma al interior del barbosismo, son un tema que puede resultar altamente contraproducente.
Está provocando que todos los reflectores se apunten en contra del grupo y principalmente a Teresa Castro.
El detalle estriba en que con la caída de la exsecretaria de Finanzas surgirá una nueva interrogante: ¿Se quedará Castro Corro con todo lo que sabe o salpicará a diestra y siniestra?
¿Lo habrá medido la señora Orozco?
Veremos y diremos.