El sexto informe de gobierno, joya final de la corona retórica de convertir cualquier número en una declaración de victoria. En lo agropecuario, las mentiras no son tan cínicas como afirmar que tenemos un sistema de salud mejor que Dinamarca (¿cuánta gente matarán los elevadores de las clínicas de Dinamarca?); aquí se miente con la verdad, verdad despojada de su contexto para servir al espectáculo del poder.
Veamos, por ejemplo, el famoso superávit de 3.9 mil millones de dólares en la balanza agroalimentaria entre enero y abril de 2024. ¡Proeza! Nos dicen que es el mayor saldo positivo en 32 años, y eso es tan cierto como que mañana sale el sol, pero si uno se pone a rascarle un poco, se da cuenta de que este logro es medalla de chocolate.
De enero a mayo de 2024, México exportó 24 mil millones de dólares en productos agroalimentarios, un 7.22% más que en el mismo periodo de 2023. Pero ojo, que esto no es producto de la iluminación celestial de algún burócrata visionario; más bien, es una muestra de cómo, a pesar del gobierno, los agricultores, empresarios y exportadores hacen su trabajo, sorteando el caos administrativo con gracia y poco de suerte.
Al desglose de los grandes éxitos. La cerveza y el tequila encabezan las listas de exportaciones con cifras que harían sonreír al mismísimo José José: 2,837 millones de dólares en cerveza y 1,736 millones en tequila y mezcal. Después vienen el aguacate, el tomate fresco, las fresas y las frambuesas. Y aquí es donde uno debería aplaudir con emoción, pero aquí es donde entran las contradicciones del gobierno.
La cerveza y el tequila, industrias extranjeras en su mayoría, están bajo la constante amenaza del gobierno que les reclama un “excesivo uso de agua” y las trata como criminales. Del aguacate mejor ni hablamos: entre extorsiones y deforestaciones, ambas negadas por los gobiernos morenistas, cualquier día Uruapan se vuelve… Uruapan. ¿Y de fresas y frambuesas? Productos de alta tecnología genética agrícola y gran tecnificación de procesos, tipo de cultivos en los que este gobierno desconfía. Exportaciones que se presentan como logros propios, pero que son más bien hijos rebeldes de un sistema que sigue funcionando, a pesar de los palos que le ponen en la rueda.
Otro “logro” es el concentrado congelado de jugo de naranja, que creció un 78% en valor de exportaciones. Pero no es porque aquí tengamos los naranjos más robustos y el naranja más naranja, sino porque en Florida se les vino el apocalipsis naranjero y alguien tenía que llenar ese vacío. Lo mismo pasa con la uva, en California y Perú las cosas no andan bien.
El informe también habla de las 298.9 millones de toneladas de alimentos producidos el año pasado, lo que implica un crecimiento del 4.7% durante el sexenio. Pero, ¿qué tan impresionante es realmente este crecimiento? No mucho cuando te das cuenta de que la tendencia ya venía en alza desde antes, y que las predicciones gubernamentales eran alcanzar los 301 millones.
Las políticas de este gobierno parecen diseñadas para socavar lentamente el ecosistema que hizo posible todo lo demás: fitosanidad, seguridad aduanera, confianza agroalimentaria. Un ejemplo de cómo las acciones chafas del gobierno terminan por darnos resultados, también, chafas.
El sulfato de amonio, segundo fertilizante más usado en México, proviene en su mayoría de China. Pero como allá les encanta la competencia desleal, se les había puesto un tope de importación. En un arrebato, en nombre del Paquete Contra la Inflación y la Carestía del 2022, que no sirvió para nada, nuestro gobierno decide quitar ese tope.
¿Qué pasó? Estados Unidos se dio cuenta y nos pidió apretar las importaciones chinas. Resultado: se impone un arancel del 35% al sulfato chino, pegándole a los productores nacionales de granos y semillas con una razón sin sentido, sustento o justificación.
Las cifras están ahí, brillantes y bonitas, pero el argumento no cuaja, los personajes no convencen, y uno se queda con la sensación de que, si algo se ha logrado, ha sido gracias a la testarudez de los de siempre, los que hacen las cosas a pesar de los que mandan. La segunda temporada pinta para un guion parecido, y las segundas partes suelen no convencer.