Hace menos de dos años la comunidad universitaria, incluyendo alumnos, académicos e investigadores, fueron consultados para hacer la reforma a la Ley de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
En ese momento se escuchó la voz de los universitarios que pusieron en el centro de las prioridades la no violencia en contra de las mujeres, así como sancionar las acciones de acoso.
Los temas, entre otros, fueron recogidos por las autoridades universitarias y también trasladados a los diputados. El Congreso del Estado aprobó en junio de 2023 la reforma, una de gran calado. Se trató del primer cambio desde el año 1998, es decir, 25 años después.
Así, desde hace año y medio, la Ley de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla establece en los incisos 2 y 3, del artículo 8, que “La Universidad a través de sus funciones de docencia, investigación, preservación, acrecentamiento y difusión del arte y la cultura, promoverá:
II. La prevención y erradicación de todo tipo y modalidad de discriminación y violencia, especialmente las que se ejercen contra las niñas, las mujeres y personas en situación de vulnerabilidad;
III. La constitución de espacios universitarios libres de violencia”.
La cita es necesaria porque en gran número de los interminables pliegos petitorios que han entregado a las autoridades universitarias, los paristas exigen justamente lo que la ley ya contempla: erradicar la violencia contra las mujeres.
Y es precisamente por acciones como esas que se menciona, cada vez con más fuerza, que existen grupos ajenos a la BUAP que están interesados en manipular el paro, que inició con legítimas protestas de los alumnos de la Facultad de Medicina, quienes desde hace semanas ya regresaron a las aulas.
Pareciera que algunos de los “líderes estudiantiles” no han tenido tiempo de darle una leída al documento que es de libre acceso y sólo consta de 21 páginas.
La protesta comienza a cansar a algunos de los alumnos, pues ven pasar las semanas sin poder regresar a las aulas y entienden las complicaciones administrativas que puede acarrear este paro.
Muchos de los que inicialmente apoyaban el movimiento hoy se conectan puntualmente a clases, conscientes de que el tiempo que se pierde en cada semestre no será recuperable.
Otra de las “peticiones” es que haya mayor inversión en infraestructura educativa, como si realmente en los últimos años no hubiéramos visto la construcción ni de un aula.
A estos personajes se les olvida, por citarles sólo un ejemplo, que apenas hace unos meses se festejaba con bombo y platillo la inauguración de CU2, un enorme espacio que dejó de ser un lote baldío para convertirse en las aulas y los laboratorios donde se preparan las mentes brillantes del mañana.
Sin duda, habrá algún punto viable y otros considerables, dentro de la veintena de pliegos petitorios que han entregado, pero era necesario desglosar estos dos puntos para entender que algunos universitarios están plantados en pedir cosas que simplemente ya están establecidas o que son tangibles como CU2.
Ayer, frente a las autoridades de la Comisión estatal de Derechos Humanos, un nuevo pliego petitorio “general” fue entregado a la rectora, Lilia Cedillo. Los organizadores del Paro Estudiantil 2025 apostillaron la leyenda: “Se desconoce cualquier pliego entregado en un momento diferente al ya establecido”.
El pliego “general” ¿Será un documento digno de los universitarios?
Veremos y diremos.