¡Qué tranza, mis valedores!

Lo del PRI en la extraordinaria de Puebla no fue derrota, fue pena ajena. El partidazo, ese que en otros tiempos era mandón, que imponía miedo, respeto y hasta dedazos, hoy no junta ni pa’ una reta de cascarita.

¡873 votos, carnal! Ni en una junta vecinal se juntan tan poquitos.

Y en vez de agachar la cabeza y reconocer el ridículo, ¿qué hizo el Néstor Camarillo, dirigente de los tricolores? Se puso en modo “no pasa nada” y salió a justificar el númerito con la clásica de “nosotros vamos por triunfos, no por votos”. ¡Háganme el favor! Con esa lógica, hasta el Puebla sería campeón todos los años.

Según él, el PAN los traicionó, MC se burló, el crimen organizado influyó… y así se va con una lista más larga que entrada de arena en función estelar. Pero la neta, mi mai, aquí no se trata de buscar culpables afuera, sino de aceptar que el PRI está hecho pedazos por dentro. ¡Y que la culpa es de ellos mismos!

Hace unos meses, el buen Néstor decía que el PRI en Puebla iba a ser oposición real, de a de veras. Que iban a estar al tiro, señalando lo que no funcionara, dándole voz a los que ya no creen en los partidos de siempre. Pero ahora no solo no son oposición, ya ni opción parecen.

El partido rompió con el PAN en plena elección, su candidato en Chignahuapan se les bajó del barco a medio camino, y aún así se atreven a decir que priorizan “triunfos”.

¿Triunfos de qué, si ni en sus propias casillas sacaron el mínimo? No jalen que descobijan.

Y todavía el Néstor se ha dado el tiempo pa’ soñar en ser candidato a gobernador en 2027. ¡No manchen! Si el partido sigue así, que se dé por bien servido si no pierde el registro. Porque a este paso, van directo a la congeladora electoral.

Lo más culey de todo esto es que todavía hay raza que cree en el tricolor. Priistas de barrio, de comunidad, los que sí han hecho chamba, los que no andan en la grilla sino en la talacha diaria. Pero con una dirigencia tan desconectada que prefiere justificar el papelón en vez de ponerse a chambear, ¿qué futuro les espera?

El PRI ya no mete miedo, mete flojera.

Y mientras los de Morena y el PAN se dan hasta con la cubeta por el poder, el tricolor anda pidiendo esquina y soñando con glorias pasadas que ya no alcanzan ni en VHS.

Así que, Néstor, ya bájate del tabique y empieza por recoger los pedazos.

Porque si no despiertas pronto, ni aunque traigas la máscara bien amarrada vas a sobrevivir la próxima caída.

¡Nos vemos en la que sigue, mis valedores!

Y que conste: yo sí les dije.