Será una venganza dulce y para disfrutarla lentamente, lo que se dice, recreándose en la suerte. Imaginen que están, es un ejemplo, en el aeropuerto de Ámsterdam y por la megafonía los anuncios difunden en la lengua de Jenkin Vanderbilt, que allá, es alguien así como aquí un Juan Pérez, que el vuelo número tal de KLM está llegando por la sala que ustedes gusten. A continuación, lo repite en español en vez de usar el habla carrasposa de los pikinglish. Es que se calcula que para el año 2050, el idioma hablado en el mundo por el mayor número de personas después del chino, será el nuestro. Eso, claro, si los de ojos rasgados, mediante una pandemia que te cagas y creada a propósito o porque a Wang Lin le apretaba el hambre y se le ocurrió comerse una torta de murciélago con quesillo o lo que allá le pongan, no han desaparecido a los occidentales de la faz de la tierra.

La lengua española está viva, aumenta y cambia, mientras otros vocablos caen en desuso. Por ello, los muy doctos integrantes de la Real Academia de la Lengua Española, entre los que debe haber muy buenos aficionados a los toros, han incluido en el diccionario una nueva palabra taurina, “pegapases”, o sea, el término que los aficionados empleamos en plan despectivo.

En el diccionario electrónico de la RAE aparece así: “pegapases 1. m. y f. despect. Taurom. Matador de toros que torea sin arte aprovechando las embestidas”. Lo que al cante, el dígito significa que tiene una sola acepción; que se usa para el masculino y el femenino -aunque por una casualidad, la locución, al terminar en vocal “e”, ya incluye sin proponérselo a los de la comunidad LGBT- y completa que se usa en sentido despectivo en el ámbito de la tauromaquia. Lo detallo, ustedes perdonen, porque algunos de mis alumnos leen estos artículos, así me ahorro las preguntas del lunes.

El primer paso dado es que el vocablo esté incluido en el lenguaje, lo que sigue es que se haga de uso común y pierda su valor despectivo. Entonces, se podrá escribir el neologismo sin cometer grosera falta. Se imaginan un titular: “Gran triunfo de Fulanito de Caradura. El pegapases ha salido a hombros”, será supremo y de una precisión espectacular.

Sin embargo, me digo, también valdría la pena incluir el término “destorear”, porque hoy está muy en boga y cada vez lo aplican más los diestros. Podría quedar algo asi: “destorear. 1. intr. Deslidiar los toros en una plaza”. Obvio, luego, del mismo modo habría que explicar lo de deslidiar, que bien podría ser algo como el arte de hacerse tonto cuando no se tiene el coraje para lidiar y, además, salir bien librado del trance gracias a la ignorancia y apatía de los espectadores.

Valdría mucho la pena explicar las variaciones de la palabra, por ejemplo, estoy en plan creativo: “destoreo 1. s. simulacro o pantomima que realizan los pegapases al no cargar la suerte echando para adelante la pierna de salida”. Lo de que cuando se les critica, se defienden argumentando que la suerte se puede cargar con las muñecas y la cintura, y poner que con esa argucia minimizan el peligro, sumado que cargar la suerte ya ni se usa y es una técnica que no conocen más que los sobrevivientes de los tiempos de María Canica y agregar que mejor la echan para atrás, con lo que le dan una dimensión enorme al pase y queda muy bonito aunque al cornúpeta no se le lleve toreado y que así, aniquilan la verdad del toreo, rondaría en las fronteras de la intolerancia tan denostada en nuestra época y sería excesivo en el diccionario.

Faltaría lo de no cruzarse y torear enhilado al pitón, cualidades de todo buen pegapases que se precie, lo que aumentaría la claridad de la explicación, pero ya sería una pedrada más proclive al farisaico apasionamiento que invade al que esto escribe, aunque, mirándolo bien, tendría una vigencia indiscutible y además nombraría a las cosas con toda la honestidad que se merecen.