En la Comisaría Norte de la Policía Municipal deberían realizar una limpieza profunda que incluya desde el encargado y hasta los propios policías que resguardan y vigilan el inmueble.
La purga es necesaria tras lo que sucedió el fin de semana pasado en donde el inmueble oficial terminó funcionando como un “bar”, con todo y riña callejera.
La anécdota cobra relevancia porque estamos hablando de uniformados municipales, esos a quienes se les solicitó velar por la seguridad de los capitalinos, no de simples borrachos de cantina.
Le cuento.
Un Comandante y otro oficial concluyeron su turno y al quedar francos debieron abandonar el inmueble policial, que se localiza en la Unidad Habitacional de Villa Frontera.
Pero no fue así, los dos angelitos optaron por quedarse en el estacionamiento del lugar y comenzaron a consumir bebidas alcohólicas. Incluso usaron la batea de una patrulla como bote de basura, para colocar sus latas y cartones.
El hecho en sí constituye una falta y violación al reglamento de la corporación, pero lo que sorprende a los compañeros de los “polis ebrios” es que por varias horas nadie les dijo algo o los “descubrió”, ni siquiera cuando usaron la parte trasera del inmueble como sanitario.
Al final el escándalo fue tal que personal del Área de Asuntos Internos de la misma corporación acudió a detenerlos para el inicio de las investigaciones correspondientes.
Pero nuestros envalentonados policías intentaron escapar y evadir a sus colegas quienes los siguieron hasta el puente peatonal que cruza la Vía Corta a la altura de la Central de Abasto.
Vaya escenita.
Ahora sólo resta esperar a que reciban un castigo ejemplar, quizá su baja de las filas de la Policía Municipal, ¿sería suficiente?
En este bochornoso entramado hay un ingrediente extra.
Hay quienes aseguran que los cuates de farra, se sienten intocables y hasta se presumen protegidos por la titular de la Secretaría, ¿será que los borrachos no mienten?
Esperemos que el caso no termine siendo uno más de nepotismo.
Si estos son los policías que nos cuidan ahora entendemos porque los delitos de fuero común y los de alto impacto continúan a la alza en la capital.