La imagen de las bodas ocupa un puesto central en la liturgia de este segundo domingo del tiempo ordinario. En el Evangelio se habla de las bodas de Caná, pero sobre todo se insinúa a Jesús como esposo. Jerusalén ya no será llamada "Abandonada" ni "Devastada", sino que será llamada "Desposada" y su tierra tendrá un esposo (primera lectura). La comunidad cristiana, esposa de Cristo, goza de la diversidad de carismas que el único y mismo Espíritu derrama sobre ella para ponerlos al servicio de todos, y que constituyen las arras de Cristo-esposo (segunda lectura).

La prefiguración esponsal del Mesías

En el Antiguo Testamento se menciona con frecuencia la figura del esposo para hablar de las relaciones del Señor Dios con su pueblo Israel. Dios, en cuanto esposo, se muestra por un lado celoso de su pueblo; celo que se manifiesta como castigo cuando la esposa no corresponde; un castigo purificador y que invita a volver al amor primero. Por otro lado, Dios se revela como un esposo fiel, que mantiene su palabra de alianza, de indisolubilidad y de lealtad a pesar de todo. Finalmente, es un esposo que rebosa de gozo al estar con su pueblo y acompañarlo en sus vicisitudes. Porque el Señor Dios es celoso, Jerusalén fue abandonada por Él y devastada por sus enemigos; porque es fiel, volverá a ser llamada desposada. Porque es un esposo gozoso, infunde y derrama ese mismo gozo en todo Israel, como un don precioso y magnífico para la esposa. La figura matrimonial de Dios, con las tres características indicadas, prepara la revelación de Jesús como esposo de la Iglesia en el Nuevo Testamento.

Ha llegado la era mesiánica

En el Nuevo Testamento el Mesías aparece bajo la figura del esposo. En el texto de las bodas de Caná Jesús es insinuado como esposo en las palabras del encargado de la fiesta al recién casado: "Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino nuevo hasta ahora". En realidad, el "tú" se refiere no tanto al esposo, cuanto a Jesús. Este texto es importante, dado el carácter programático que posee en la estructura del cuarto evangelio. ¿Hay algo característico en esta figura de Jesús esposo? 1) Ciertamente, el poder de cambiar el agua en vino que alude al incipiente gozo y plenitud de gracia del Reino de Dios. El agua del Antiguo Testamento, del Mesías esperado, se convierte en vino del Nuevo Testamento, del Mesías llegado. 2) La abundancia mesiánica. Jesús no convierte en vino unos pocos litros de agua, sino una gran cantidad (240 litros). La sobreabundancia y generosidad de Jesús al inicio de su vida pública caracterizará el resto de su existencia terrena y
la vida misma del cristianismo, del que constituirá un elemento estructurante. 3) El Mesías esposo manifiesta su gloria a sus discípulos, que creyeron en Él. La gloria del esposo es precisamente entregarse en plenitud a la esposa y de esta manera iniciar una nueva era de relaciones de Dios con la humanidad: la era cristiana.

Las arras del Mesías-Esposo

Las arras son el símbolo de la alianza entre los esposos. Las arras que Jesús-esposo ofrece a la Iglesia-esposa son los carismas, que otorga mediante su Espíritu. Todos y cada uno de los carismas se los entrega Cristo a su Iglesia para que pueda realizar su vocación esponsal. El Espíritu distribuye estos carismas con gran libertad, pero a la vez endereza todos ellos a la utilidad común de toda la Iglesia. Con ellos, la Iglesia puede garantizar su fidelidad a la alianza esponsal con Cristo. A mayor abundancia de carismas en la Iglesia, mayor posibilidad de realizar con perfección su vocación esponsal y su misión de sacramento universal de salvación entre los hombres., porque serán como un árbol frondoso que dé frutos: de bien, de felicidad, de salvación.

La presencia discreta pero eficaz de María

Para que la Iglesia pueda ser fiel a su alianza esponsal con el Señor, es importante la presencia de la Virgen María. Invitemos a María a nuestra casa; tengámosla presente en nuestras familias, acordándonos continuamente de ella. ¡Cuántos problemas y situaciones difíciles no habrán sido superados gracias a la intercesión silenciosa, discreta, pero eficaz de la Virgen María! E incluso todo eso sucede sin que nos demos cuenta. De hecho, quien detecta que “no tienen vino”, y provoca el milagro, es Ella.

Descubramos en María a nuestra intercesora eficaz y amorosa ante Dios, invoquémosla confiadamente especialmente con el rezo del Rosario, y recibamos por su mediación eficaz a Cristo, que nos trae la gracia de la salvación.

Sea alabado Jesucristo.

José Ramón Reina de Martino