Luego ser el epicentro nacional del huachicol por varios años, el estado de Puebla, ahora ha bajado al lugar número seis del país con más tomas clandestinas.

En un comparativo con 2019, en este año en la entidad ha disminuido hasta un 80.61 por ciento el robo a ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), un promedio de una toma clandestina cada 25 horas 40 minutos en este 2020.

Según el análisis presentado por e observatorio ciudadano Igavim, entre enero y septiembre del 2019, en todo el estado de Puebla se habían registrado mil 320 tomas clandestinas.

Pero ahora en el mismo periodo de este año apenas son 256 los ductos intervenidos ilegalmente detectados.

Ahora el estado de Hidalgo la entidad federativa con más huachicol, que es como se le denomina coloquialmente al robo de combustibles de ductos de Pemex.

En dicho estado vecino de Puebla, se han detectado en los primeros nueve meses del año 3 mil 205 tomas clandestinas, apenas 2.44 por ciento menos que en 2019, cuando se registraron 3 mil 285.

Cabe destacar que en los primeros ocho estados de la república con más robo de hidrocarburos del país, como gas LP o gasolinas, han disminuido los casos.

Por ejemplo, en el tercer lugar Estado de México, bajaron las tomas clandestinas 43.44 por ciento; en Guanajuato, 48.31 por ciento y Veracruz 60.17%, así como 74.2 por ciento en Tamaulipas.

En este tenor, el estado de Puebla es la entidad federativa que más bajó en porcentaje su índice delictivo en este rubro de todo el país, solo debajo de Morelos, donde disminuyó un 100%, aunque sólo se registraron cuatro tomas clandestinas en 20 19 y este año ninguna.

Triángulo rojo en extinción

En cuanto a los municipios, Huauchinango, ubicado en la Sierra Norte de Puebla, es donde se han registrado más hurtos de este tipo con 95 casos, muy por arriba de los que se encontraban en el llamado Triángulo Rojo.

Anteriormente los ubicados en dicha región del oriente de estado de Puebla eran los que lideraban, no solo en la entidad, sino en todo el país.

Ahora ninguno de ellos, como Acatzingo, Tepeaca, Amozoc o inclusive San Martín Texmelucan, también considerado de la franja del huachicol, ni siquiera aparecen entre los 50 municipios con más robos.

A la baja

En la gráfica presentada, es notoria la disminución del robo de ductos de Pemex en Puebla, desde que inició este 2020, cuando el año pasado el promedio pasaba las 150 tomas clandestinas mensuales.

Por ejemplo, en diciembre de 2019, que fue el último mes alto, se registraron 178 robos de este tipo y para enero siguiente, apenas hubo 28, aunque en ese mismo mes del año anterior, hubo 153 tomas clandestinas.

Desde entonces el mes que más robos registró fue en febrero con 36 tomas clandestinas, muy por debajo las 150 que se registraban en promedio en 2019.

Conclusiones

Al final del estudio, Igavim destaca como conclusiones que las comparativas muestran un incremento de tomas clandestinas en tan sólo seis entidades federativas y disminución en 26.

El mayor incremento porcentual se reflejó en el estado de Chiapas, mientras que las mayores disminuciones porcentuales se registraron en Morelos, Puebla y Tamaulipas.

Al revisar el histórico a nivel nacional de enero 2019 a septiembre 2020 se aprecia que aunque existe una disminución de abril 2019 a junio de este año en la curva de los registros, se puede observar que a partir de julio pasado empieza a recuperarse una tendencia al alza.

Las entidades que mantienen una tendencia al alza son Hidalgo y Querétaro, en tanto Baja California mantiene constante sus registros.

En el ranking municipal el 36% corresponde a sitios ubicados en el estado de Hidalgo, mientras las tomas clandestinas exhiben impactos negativos acumulativos en los delitos de alto impacto que no son cuantificados lo que permite el dinamismo y migración delictiva.

De acuerdo con las respuestas obtenidas sobre el número de tomas clandestinas se puede apreciar que existe una variación constante en los mismos lo que expone limitada transparencia.

Finalmente destaca Igavim que la disminución del robo de hidrocarburo no solo debe medirse en el volumen, sino en los riesgos y alternativas económicas delictivas que se generan para la apertura de una toma clandestina y que no se cuantifica.