Al asegurar que las grandes obras que llevan a cabo las autoridades gubernamentales del estado de Puebla no son acciones de beneficio para la sociedad, más bien son “pan y circo”, el arquitecto Carlos Pascal Wolf, aseguró que los ciudadanos poblanos no necesitan obras como la rueda de observación ni el teleférico: “Lo que necesitan es transporte público, regularización en la tenencia de la tierra, la reanimación de las zonas protegidas, vivienda social real que no sea nada más el sistema de crédito, donde se construye en base a los modelos de cómo se produce, necesitamos mucho más que eso, eso es un distractor nada más y es un gasto inútil”.
Pero reconoció que en la actualidad la sociedad puede vivir de “pan y circo” y “así lo hacemos”, porque el populismo es la tendencia de los gobiernos actuales y hay que tener contento al pueblo, aunque no le den lo que necesita, por eso confirmó que la situación se traduce en un verdadero drama y es el drama de todos los días: “Y es la lucha de los arquitectos, que buscamos hacer lo que se necesita y lo que se pide para hacer lo correcto”.
Durante su presentación dentro del VI Coloquio Iberoamericano de Diseño y Tecnología, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), Pascal Wolf aseguró que las autoridades de gobierno hacen obras en busca de complacer a la sociedad y conseguir beneficios políticos, pero la parte más importante es que las autoridades no hacen obras directamente: “Por ejemplo, el Infonavit es un sistema de colocación de créditos, donde hay una gran parte de constructoras, monopolios que hacen todo, las autoridades no hacen carreteras porque ésas se concesionan”.
Por eso aseguró que no hay obra pública que se vea todos los días, como acciones concretas en escuelas y hospitales: “Eso no hay, porque la consigna es no educar, es más fácil controlar a un pueblo que no está educado, entonces los gobiernos no hacen obra pública, concesionan nada más y los recursos los ponen las empresas privadas, la inversión de una carretera no la hace el gobierno la hace una empresa privada, y cobran y tienen derechos por cierta cantidad de años, para cobrar los peajes y sacarle plusvalía, pero eso no quiere decir que el gobierno invierta en obra pública”.
El especialista en arquitectura urbana reveló que todo lo que sucede en la actualidad está basado en relaciones clientelares corporativas, entonces en ese juego y negociación están, por un lado, los desarrolladores inmobiliarios, y por otro el gobierno; en la ciudad, por ejemplo, se promueve el desarrollo de mucha densidad para que el gobierno tenga más predial y el desarrollador tenga más plusvalía: “Todo al final es un juego de relaciones clientelares en las que ganan los desarrolladores y los funcionarios, y la sociedad solamente consume lo que le dan porque no tiene otra opción, no hay opciones de escoger otros gobiernos; los arquitectos somos los últimos en la cadena donde nos llega el desarrollo residencial, pero eso lo deciden los legisladores basados en relaciones clientelares”.
Por eso, desde su perspectiva, los arquitectos tratan de hacer su trabajo lo mejor posible, pero el que les pongan esas reglas del juego los hace ser más creativos y dadas esas condiciones que les dan, que no son las mejores condiciones: “Logramos que nuestra obra sea lo mejor posible, finalmente le tenemos que dar a ganar al desarrollador porque él nos contrata, pero no para hacer buena arquitectura, sino para obtener plusvalía y nosotros al mismo tiempo mediamos para que, además de darle plusvalía al desarrollador, le demos mejor calidad de vida al usuario final”.
A decir de Carlos Pascal Wolf, las autoridades sí tienen conocimiento para impulsar proyectos efectivos y sustentables, pero el problema es de voluntad: “De que lo saben, lo saben, los gobierno no son tontos, tienen diseñados los planes de una manera estratégica, pero a su conveniencia, lo que resulta muy dramático”.
Las ciudades caóticas
Con 35 años de trayectoria, Pascal Wolf habló en su ponencia de diferentes tipos de materialidades construidas últimamente, donde concluye que las tendencias son múltiples y diversas: “Hay arquitectura comercial, inmaculada, regional, tecnológica, técnica y autoconstrucción, pero la mayoría de la arquitectura no la hacen los arquitectos, la hace la gente, los maestros de obras, constructores, ingenieros, contadores, por eso tenemos ciudades caóticas”, ciudades con desorden, donde prevalece el intercambio inmobiliario, porque los gobiernos no promueven planes de desarrollo a nivel nacional y regional, ni macro hasta llegar a lo micro, más bien, actúan de acuerdo a sus intereses personales y a favor de su propio beneficio.