En estos cuatro meses de gobierno hemos sido testigos de la campaña mediática más ambiciosa de la que tengamos memoria en el estado.
Eso nadie puede negarlo.
Sin embargo, en el fondo, en este arranque de sexenio, el estado sigue siendo el mismo de siempre.
Hay miles de despedidos, en la misma proporción de los miles de contratados que son parte del quehacer administrativo en el gobierno, con la novedad de que ahora los recomendados vienen de todas partes del país y los despedidos son poblanos.
En otras áreas, vemos a los ambiciosos empresarios pasar la factura de los favores de campaña, esperando recibir buenas noticias de las licitaciones en turno.
En la obra pública, no falta algún empresario de los medios recibiendo bendiciones y una que otra licitación.
Ejemplos sobran y muchos de ellos han sido descubiertos por unos cuantos medios, aunque en la mayoría de los noticieros sean notas dictadas desde la oficina de comunicación del propio gobernador.
En fin, que los gobiernos en este lindo país están marcados para beneficiar sexenio tras sexenio a unos cuantos, quienes normal y casualmente resultan ser siempre sus amigos.
Pero, eso sí, en espectaculares, anuncios de radio, televisión tanto local como nacional, vemos cómo nos venden la historia de que Puebla ya cambió y que lo mejor está por venir.
Conste que no digo que todas estas prácticas sean exclusivas de este nuevo gobierno, pero hay que decir que los flamantes funcionarios salieron de fondo igualitos a los otros.
Y como dice la abuela, que “mal de muchos, consuelo de tontos” yo prefiero manifestarlo desde ahora y no cuando esté terminando el sexenio, en medio de todo el reclamo popular.
En esa lógica, yo puedo decir esta frase: “que conste que se los dije”.