Lo chocante del “peje” y sus noroñas huestes es que culpan a todo mundo de su falta de cerebro y sensibilidad política. “Perdimos por el maldito partido en el poder, perdimos por los malditos medios de comunicación, perdimos porque los votantes son “pirruris” mamertos, perdimos porque masticaron chicle en las casillas, por el ojete de Chucho” etcétera. En pocas palabras ellos no tienen la culpa de nada.
Ahora dice el mentado ángel de Macuaspana: “Las elecciones las pudo haber ganado hasta una vaca” (quiere decir que ¿Encinas ni a vaca llegó?: que grueso). “No nos queda otra más que la movilización y la resistencia cívica; no nos queda de otra.”
Obviamente al señor Obrador y a sus noroños comparsas no se les pude ocurrir nada que vaya mas allá de sus bravuconadas y arengas pendencieras que los han llevado de rechazo en rechazo, por su prepotente postura de redentores perdonavidas: Yo estoy bien, los demás son idiotas porque no quieren hacer las cosas como yo digo que se deben hacer.
Se comporta así porque cuando las personas no tienen la capacidad ni inteligencia para argumentar y persuadir con argumentos inteligentes no les queda otra que la bravata y el engaño burdo. El diálogo y el intercambio de ideas no están en su diario, él es el dueño de la verdad absoluta. Sólo él sabe lo que nosotros, todo el pueblo, quiere y necesita; punto. Lo que pensemos y sintamos tú y yo, le importa un reverendo cacahuate.
Lástima, por que quizá si aceptara con franqueza que la ha venido regando con su actitud pendenciera y manipuladora, ganaría mas adeptos. Al país le urge un verdadero líder, inteligente, sensible y honesto capaz de unirnos a todos.