“… confieso que no me mueve otro interés mas que el ayudar a los pobres, confieso que el dinero y el poder jamás me han interesado…”
“Sí Chucha”, diría mi tía Chabela. Mi abuela diría a las palabras del “pejele”: A confesión no pedida acusación manifiesta o, dime de qué presumes y te diré de qué pie cojeas.
No se quién pudo aconsejar al “presidente electo” hacer una declaración tan poco afortunada (por no decir idiota). Por mas que intenten vestir al “pejele” de San Martín de Porras o de la hermana Teresa de Calcuta, sigue siendo un político y no hay nadie en su sano juicio que piense que los políticos son seres humanos honestos, que no manipulan, que no colocan a sus cuates en el presupuesto, que comen en la cocina rápida, que renuncian a sus desmesuradas canonjías, que van al Seguro Social en lugar de ir a Houston al check up, que viven en la Portales, que viajan en camión, que van al empeño para salir de vacaciones a Tehuixtla, que si se roban un pan van al bote, etcétera.
En pocas palabras, las amarillas y aguachanosas “confesiones” del santo que llegó de Macuspana me parece francamente insultantes. Las actuales palabras del “pejele” me recuerdan al tonito mamerto de Beltrones.
Si uno oye las sentencias y declaraciones de Beltrones parecería que nos estuviese hablando un santo del cielo, que bajó para redimir nuestros errores, cuando apenas hace unos cuantos meses parecía que hablaba Maquiavelo mezclado con Goebbels y Chespirito.
Bájenle, la sociedad entera estamos hasta la madre de su lenguaje manipulador.
Entiendan, ya no nos pueden seguir viendo la cara de bueyes… Hablen con la “palabra” con la verdad, con el corazón en la mano. ¡Coño!
Cuando menos inténtenlo, no tienen nada que perder porque ya todo lo han perdido.