Durante la percepción de las ventas, nosotros como emprendedores o empresarios, debemos reconocer que cada persona actúa y piensa de manera diferente y que a cada quien se le tiene que dar un trato diferenciado.
En mercadotecnia, las estrategias están basadas y diseñadas para diversos tipos de clientes, es ahí donde debemos definir como empresa, cuáles son los clientes que vamos a captar y cómo debemos captarlos.
Una forma efectiva de brindar una buena atención y poder concretar una venta, es conociendo de antemano el tipo o clase de cliente con el que estamos tratando.
Podemos diferenciar una serie de etapas o escalones que sube el consumidor desde que no conoce nuestra empresa hasta que se convierte en un propagandista de nuestras virtudes:
1. Cliente posible. Es un consumidor que seguramente no nos conoce pero que se encuentra dentro de nuestra zona o nuestro mercado. Por ejemplo por vivir en la zona de influencia de nuestra oficina bancaria.
2. Cliente potencial. Una persona que tiene las características adecuadas, para comprar nuestro producto o servicio.
3. Comprador. Ha realizado una operación puntual de compra.
4. Cliente eventual. Nos compra ocasionalmente y compra también en otras empresas de la competencia. No somos su principal proveedor.
5. Cliente habitual. Nos compra de forma repetida pero compra también en otras empresas.
6. Cliente exclusivo. Sólo nos compra a nosotros ese tipo de productos. No compra a los competidores del sector.
7. Propagandista. Convencido de las ventajas de nuestra oferta. Transmite a otros consumidores mensajes positivos sobre nuestra empresa. Nos hace propaganda y recomienda nuestro servicio a otros consumidores.
Ahora bien, otra forma de diferenciar a nuestros clientes es por el ánimo que presta a sea cual sea el negocio o público que tengamos, por lo general; en este sentido podremos clasificar a nuestros clientes básicamente en cuatro tipos o clases según su comportamiento en el momento de compra.
1. El cliente difícil. Es el cliente que siempre está quejándose de todo, que siempre encuentra un defecto hasta en el más mínimo detalle, que nunca queda satisfecho, que cree tener siempre la razón, que no le gusta que lo contradigan y que puede hasta llegar a ponerse prepotente y agresivo.
2. El cliente amigable. Es una persona amigable, amable, simpático, cortés, es el cliente que todo negocio siempre quiere tener, aunque en ocasiones puede llegar a ser muy hablador, haciéndonos perder tiempo.
3. El cliente tímido. Es un cliente introvertido, callado, en la mayoría de los casos, inseguro e indeciso.
4. El cliente impaciente. El cliente impaciente es el que siempre tiene prisa, que quiere entrar al negocio, comprar y salir lo más pronto posible.
Con estas diferencias, podremos ahora definir las acciones a tomar para generar la estrategia más cómoda para cada cliente, aprendiendo cómo tratarlo y cómo persuadirlo según su ánimo o etapa o escalafón en el que lo encontremos.
Los incito a perfeccionar sus ventas y a realizar estrategias globales para cada persona con la que nos encontremos. ¿Qué tipo de cliente eres?
Espero sus comentarios, dudas y sugerencias.