A veces me pregunto: ¿para qué perder el tiempo en señalar las marranadas de los políticos de mi país, para qué? Es terriblemente desgastante repetir una y otra vez lo mismo: se están acabando a México con sus farsas, el pueblo está harto, hasta la madre.
Ya no basta con mandar a la goma a los “pluris”, tendríamos que volver a amasarlos con una pasta distinta y mandarlos al sicoanalista para que le bajen al ego monstruoso que los traiciona, a ellos y a sus asesores, porque mira, por ejemplo: quién habrá sido “el genio” que descubrió que “Amlove” no subía en las encuestas porque era percibido como un personaje agresivo y que la mayoría de los votantes rechazamos esa posición. Entonces, pensaron: para que suba en las encuestas “habrá que cambiarle la imagen”. Sí, sí, “convirtámoslo en un ser todo dulzura y amor al prójimo”.     
Resultado: “Amlove” sigue igual en las encuestas, su amoroso cambio de actitud no sirvió de nada porque los votantes no somos idiotas y sabemos que esto es un truco de mercadotecnia barata.
Ahora la bronca que aflige a “Amlove” es más crítica porque tendrá que decidir entre continuar apostándole a su “amorosa” actitud —que no se la cree ni Pío, su amoroso brother— o retomar el camino, no muy amoroso —pero creíble— de su “noroñenta” agresividad.
Moraleja: La congruencia no peca pero incomoda, y no hay peor asesor que el que te diga: ¡Sí, licenciado!