Un aparente freno para el ambicioso proyecto “5 de Mayo” de Rafael Moreno Valle representa el resolutivo del IFE, mediante el cual se limitan los días en que podrá hacerse promoción de las magnas celebraciones con motivo del 150 aniversario de la Batalla de Puebla.
La determinación del Instituto Federal Electoral “amarra de manos” al gobierno estatal para lanzar una nueva tormenta publicitaria de niveles insospechados.
Para quienes hemos sido testigos de los alcances que en materia publicitaria tiene el gobernador con rumbo a su proyecto presidencialista de 2018, tenemos claro que la campaña por la Batalla del 5 de Mayo debe ser de proporciones espectaculares.
Sin embargo, estas limitaciones pondrán a prueba a los gabinetes especializados en materia publicitaria que asesoran al gobierno morenovallista, para encontrar la fórmula de evadir los acuerdos con el IFE.
Si bien es cierto que el organismo electoral limita el número de días en los que el gobierno tendrá libertad para promocionar las festividades del 5 de mayo, seguramente serán aprovechados por el gobernador poblano para catapultar su imagen, cueste lo que cueste.
Y aunque seguramente el “Señor de los Cerros” quería prolongar la campaña por varios meses, me parece que los 21 días que le concedió el IFE serán suficientes para hacer sonar el nombre de Puebla y el de su gobernador por todo lo largo y ancho del territorio nacional.
Si con los nueve días que la ley contempla para promover los informes de gobierno hizo la campaña que todos vimos, imagínense lo que armará en esos 21 días.
Sin duda para el gobernador Moreno Valle lo de menos es poner el huevo, lo importante es cacarearlo.
El arte de gobernar volando
De manera sistemática, el gobierno del estado se ha negado a informar sobre los gastos por el uso de los helicópteros y los vuelos que realiza el gobernador y sus funcionarios.
El argumento con el que sustentan estas evasivas hacia los medios de comunicación es que no se dan a conocer los costos por estos servicios aéreos para no poner en riesgo la seguridad del gobernador.
Por más que le doy vueltas, no entiendo cómo se puede poner en riesgo al mandatario por el hecho de dar a conocer el costo que implican para los poblanos estos vuelos.
De acuerdo con la información publicada por Alejandro Mondragón en su columna “Al Portador”, el gobernador realizó 90 vuelos en el mes de enero, lo cual es totalmente creíble debido a que existen testimonios sobre actos en la misma ciudad de Puebla donde el gobernador llegó por helicóptero, proveniente de Casa Puebla.
Es decir que el gobernador usa el “pajarito oficial” hasta para evitar el tráfico de la capital, lo cual confirma la razón de evitar rendir cuentas por el evidente dispendio.
Pero los excesos no quedan ahí, ya que los secretarios consentidos del gabinete morenovallista utilizan libremente los aparatos voladores para acudir a diversos eventos públicos y no duden que hasta privados.
Y el colmo de estos abusos fue el traslado de Juan Pablo Piña desde Tehuacán al Hospital Ángeles por una fractura.
No quiero ni imaginar la cara de sorpresa del personal de emergencia de ese nosocomio —acostumbrados a recibir en el helipuerto a pacientes verdaderamente graves—, viendo bajar al funcionario de la aeronave con la pierna lastimada.
De pena ajena.
Contracara