Los festejos por el 150 Aniversario de la Batalla de Puebla sirvieron para dejar en claro que lo único importante para el gobernador Rafael Moreno Valle es la clase política en el poder, por encima de los ciudadanos que lo llevaron al cargo que hoy ostenta.
Por increíble que parezca, la mayoría de los eventos organizados por el gobierno estatal —los cuales implicaron un derroche multimillonario tal y como lo describe en su columna de hoy Ricardo Morales— fueron para acceso exclusivo de unos cuantos privilegiados.
Digamos que Puebla revivió las prácticas monárquicas, en donde la nobleza festejaba sin límites en desbordadas bacanales con las mejores viandas y selectos vinos, mientras que la plebe debía celebrar comiendo panes rancios y embriagarse con bebidas avinagradas.
Hagamos un recuento de lo sucedido el pasado sábado. De entrada, el tradicional desfile del 5 de Mayo, además de haber limitado la participación de miles de estudiantes, fue trasladado a la zona de Los Fuertes, lo cual impidió a miles de poblanos —incluidos los familiares de los participantes— disfrutar la parada cívico-militar, por razones obvias de espacio. En contraposición, los miembros del presídium fueron quienes gozaron de un palco de lujo para aplaudir —como en la Roma Antigua se hacía con los guerreros— a los jóvenes poblanos. En pocas palabras, desfilaron —caravana incluida— sólo para el gobernador y sus amigos.
La representación de la Batalla del 5 de Mayo también fue de acceso limitado para los invitados VIP, ya que nadie más pudo disfrutar de la monumental puesta en escena.
Mención aparte merecen la cena de gala y la comida privada que nos costaron la friolera de un millón de pesos.
El caos del Cuauhtémoc
Por la noche, las diferencias entre los VIP y la chusma se fueron acrecentando, ya que mientras los cuates del “gober” esperaban cómodamente en el Centro Expositor a que amainara la tormenta para disfrutar del gran show en Los Fuertes, el populacho sufría de la granizada que cayó sobre el estadio Cuauhtémoc, en donde estaba anunciado Marc Anthony.
Y si bien es cierto que de la tormenta no se le puede culpar al gobernador —por más poderoso que se sienta— sí lo es el hecho de no haber calculado que en mayo los riesgos de lluvia en Puebla son enormes.
Quien desconoce la historia está condenado a repetirla. Y eso le sucedió a los morenovallistas, quienes seguramente desconocen que una de las razones de la derrota del magno Ejército francés en aquel 5 de mayo de hace 150 años, fue el torrencial aguacero que cayó precisamente en Los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
Pero lo peor de la noche vino cuando después de varias horas de espera, los pocos que resistieron la tormenta en el Cuauhtémoc vieron en la pantalla gigante aparecer a Marc Anthony cantando en el evento VIP, donde la privilegiada clase morenovallista coreaba la música del “ex” de JLo.
Entre sillas voladoras y mentadas de madre se les explicó que el intérprete sí llegaría, una vez que terminara de cantarles a los miembros de la realeza poblana.
Como buenos vasallos, terminaron comprendiendo que ése es el costo de tener el privilegio de ser los súbditos de un “virrey”.
Nos guste o no, la realeza vive en Puebla.
El otro 5 de Mayo
Los verdaderos héroes del 5 de Mayo quedaron en el olvido para quien utilizó la sangre derramada por zacapoaxtlas y xochiapulcas para impulsar sus sueños presidencialistas.
El reportaje principal que este día presenta Intolerancia Diario —firmado por Francisco Sánchez Nolasco— es la mejor muestra de lo que representan para los morenovallistas quienes realmente lucharon en la épica batalla.
Contracara