Bastó menos de año y medio de la administración morenovallista para constatar cuál será el sello indeleble de lo que será el resto del sexenio.
Ayer fuimos testigos del último eslabón de hacer política del actual gobernador, con la imposición de Miguel David Jiménez como secretario ejecutivo del Instituto Estatal Electoral.
El gobernador Moreno Valle tomó las riendas del instituto con una oposición mínima. Pero ahí no queda la cosa, hagamos un recuento de las acciones que han marcado el paso del habitante de la casona de Los Fuertes.
El actual gobierno se ha caracterizado por su permanente opacidad en el manejo de los recursos públicos, a través de constantes desacatos a la Ley de Transparencia; el más reciente caso lo observamos está semana, cuando la Secretaría de Administración escondió el gasto erogado para la adquisición del lujoso helicóptero Agusta, aeronave que utiliza el gobernador para sus traslados cotidianos.
Otra característica es el excesivo despilfarro en eventos para fortalecer la imagen del gobernador Moreno Valle a nivel nacional. Cómo olvidar el derroche y los lujos que documentó el semanario Proceso, por más de 3 mil millones de pesos, para agasajar a los invitados del gobernador en lo que fue la fiesta exclusiva del 5 de Mayo.
Además, desde el primer día de la actual administración se hizo presente el autoritarismo a través de diversas acciones, en donde se violentó la ley en contra los que él considera sus enemigos.
Pero todo esto tiene una explicación:
La razón sustancial se basa en la composición del ADN del actual gobernador. Su estilo para ejercer el poder está influenciado por la esencia del antiguo régimen del PRI. Bien dice el dicho que “árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”.
Veamos.
El actual gobernador nació en cuna de seda tricolor. Su primer contacto con la política lo tuvo por medio de su abuelo, quien lo empapó de la esencia del viejo PRI y que por cierto no concluyó su periodo.
Su maestro, el exgobernador Melquíades Morales, es un priista apegado a las reglas no escritas de este partido.
Pero Moreno Valle se doctoró en el PRI de la mano de su madrina, Elba Esther Gordillo, quien representa una de las “herencias negras” del antiguo régimen y encarna —mejor que nadie— la figura caciquil y de autoritarismo.
Bajo estos parámetros, Moreno Valle forja el camino del actual sexenio.
Queda claro que no puede hacer a un lado el antiguo régimen. En sus venas corre la esencia de ese viejo PRI. Y nos muestra que es producto de quien lo ha forjado en estos últimos años.
Digamos que es una versión moderna de Luis XIV, quien pasó a la historia con su frase: “El Estado soy yo”.
Contracara