El viernes pasado, a dos calles de distancia de las oficinas de Intolerancia Diario, llamó la atención el fuerte operativo de militares, miembros del Estado Mayor Presidencial y policías federales que resguardaban un restaurante de la avenida Teziutlán, donde Margarita Zavala comió acompañada del candidato a senador, el panista Javier Lozano Alarcón, y de otros suspirantes blanquiazules.
Sin exagerar, eran cuando menos una docena de camionetas y medio centenar de efectivos los que custodiaban esa zona de La Paz.
Al día siguiente, la mujer de Calderón presidió un acto panista en el auditorio Siglo XXI, el cual fue literalmente blindado por un impresionante aparato de seguridad, donde los 50 custodios fueron juego de niños comparado con el regimiento que custodió el inmueble. Independientemente del acarreo y de los regalos que Margarita —como le gritaban sus seguidoras panistas— entregó a todas las asistentes, como sombrillas, playeras, gorras y diversos artículos, es una grosería el costo que representa para todos los mexicanos cuidar a la “señora presidenta” cuando viene a hacer proselitismo de manera abierta y descarada.
Estoy totalmente de acuerdo que doña Margarita es libre de hacer campaña cuando se le dé la gana, y como no cobra en el DIF puede destinar cualquier día para apoyar a sus amigos candidatos, pero lo que no se vale es que use medio batallón para cuidarla, cuando existen tantas necesidades de seguridad en nuestro país. Lo sucedido el pasado fin de semana con la “primera dama” hace más que necesaria una reforma de ley que limite los evidentes excesos de las esposas de los gobernantes.
Si bien es cierto que los cargos de las presidentas del Sistema DIF son honorarios y que el hecho de no recibir remuneración las exime de ser consideradas como funcionarias públicas, también es un hecho que todo el aparato de seguridad con el que se mueven estas mujeres es pagado con dinero público, lo cual debiera ser observado como un desvío de recursos para fines electorales.
Si la señora quiere hacer campaña, que tome una camioneta propia, contrate una docena de escoltas privados y los pague de su bolsa. Pero eso de andar por todo México volando en los aviones de la Presidencia, con todos los gastos con cargo al erario y con medio centenar de soldados y policías federales hace obligatoria una reforma de la ley, sobre todo porque no puede tener tantas canonjías una mujer por el simple hecho de ser la mujer del presidente.
Es más, en estricto sentido, el voto “mayoritario” de 2006 fue por Felipe Calderón y no por Margarita Zavala.
Ahora espero que algún candidato a diputado haga una propuesta urgente al respecto. Tanto se quejaron los panistas de los excesos del viejo PRI, que cuando llegaron a Los Pinos hicieron exactamente lo mismo.
Digamos que salieron corregidos y aumentados.
Violando la veda electoral
El día de mañana les presentaré las pruebas de cómo el gobernador Moreno Valle continúa burlándose de la Ley Electoral, pese a las observaciones concretas del Instituto Federal Electoral.
Lamentablemente, quien tomó este eslogan de gobierno: “En Puebla nadie por encima de la ley”, es el primero en incumplirlo.
Por eso estamos como estamos.
Contracara