La avalancha de iniciativas enviadas al Congreso del estado para su aprobación inmediata tiene como fundamento principal aprovechar el vacío de poder y liderazgo en el que hoy se mueven los diputados locales priistas.
Si bien es cierto, el priismo poblano sabe perfectamente que el regreso de su partido al gobierno federal cambiará las formas de hacer política en Puebla, también es un hecho que los militantes tricolores —incluidos los legisladores— disfrutan de sus últimos días de “libertinaje” para hacerse de diversos beneficios personales, incluidos los económicos.
Este vacío de poder está siendo aprovechado desde Casa Puebla para planchar los proyectos personales del gobernador poblano, sin importar los excesos y abusos en los que de manera sistemática han caído los “honorables” miembros del Congreso del estado. No es casual la urgencia con la que hoy se aprueban las iniciativas morenovallistas, sobre todo porque están conscientes que después del 1 de diciembre la historia será distinta.
Y aunque los operadores del gobernador presuman las buenas relaciones con el equipo de Enrique Peña Nieto, la realidad es que la banda presidencial te transforma. En Casa Puebla saben que los equilibrios que generará para Puebla el retorno del PRI a Los Pinos marcará un cambio en las acciones de los legisladores de ese partido, los cuales deberán consultar a su dirigencia nacional antes de levantar el dedo.
En términos prácticos, digamos que seguirán levantando el dedo, pero bajo las órdenes de un nuevo amo.
Los últimos 120 días
Y de la misma forma en la que se aprueban al vapor iniciativas de ley, muchos de los delegados federales están siendo presionados para que aprueben por anticipado diversos acuerdos y dictámenes técnicos antes de que venga la limpia de funcionarios panistas.
El gobernador Moreno Valle sabe que a partir de 2013 no podrá tratar a los más de 50 delegados federales como simples chalanes, a los que ordenaba y regañaba como a cualquiera de sus funcionarios. Son 120 días los que tiene la administración estatal para hacer y deshacer, antes de que tengan que pedir las cosas “por favor”.
Dicen que “el poder iguala, aunque en este caso pronto comprenderán que presidencia mata gubernatura”.
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