Es difícil hablar del atraso que vive el campo en Puebla porque administraciones van, administraciones vienen y la pobreza se ha mantenido desde tiempos inmemorables.
Lo sustancial es que en esta administración, la de Rafael Moreno Valle, el abandonó hacia ese sector ha sido más notorio que nunca, sólo se ha basado en la entrega de mototractores, los cuales simple y sencillamente no han servido para nada.
El paso de Pedro Adalberto González Hernández por la Secretaría de Desarrollo Rural fue una verdadera desgracia para los miles de productores del estado y eso que la flamante contratación morenovallista tenía como una de sus principales cartas credenciales haber sido el hombre que creó las reglas de operación de varios de los programas para el campo mexicano.
Algo que debe aclarar la administración morenovallista es dónde diablos quedaron cientos de miles de pesos del Programa de Activos Productivos de Sagarpa, programa federal cuyos beneficios nadie sabe dónde quedaron o a qué manos fueron a parar. Ni siquiera se publicaron, como lo marca la norma, las listas de los beneficiarios. ¿Qué pasó con estos millones de pesos? ¿Por qué otros estados publicaron los nombres y Puebla no?
Estoy convencido de que Rodrigo Riestra Piña dará mil veces mejores resultados que su antecesor, aunque por el momento sólo sea encargado de despacho y ya se hable de que buscan a otro fuereño para que venga a hacerse cargo de esta dependencia, pero sería importante que se informe sobre estos recursos. No hay noticias de estos recursos y las quejas de los productores se multiplican porque tampoco hay apoyos para proyectos productivos.
Increíblemente, Rodrigo Riestra, en tan sólo unos días logró lo que su inútil antecesor no pudo: liberar recursos frescos para el campo, que estuvieron detenidos por la Federación, ante la incompetencia del exfuncionaro estatal.
El campo es otra de las cuentas pendientes de la administración morenovallista, que ofreció muchos cambios y ahora está presa de sus propios compromisos, los cuales incluso hasta desaparecieron.

Operación Blanca
La diputada federal electa Blanca Jiménez sin duda ya juega un papel protagónico en las decisiones del PAN y ésta aumentará todavía más, ya que se perfila para ser la sucesora de Juan Carlos Mondragón Quintana al frente del Comité Estatal del albiazul.
Si no hay en los próximos días un arreglo cupular entre los Yunques y el gobernador para prorrogar la estadía de Mondragón al frente del Comité Estatal del PAN, dé por un hecho que la legisladora federal amarrará la sucesión de Juan Carlos.
El hecho es que la operación del grupo político de la diputada federal ha sido impecable al interior del Consejo Estatal del PAN, el cual cuenta con 106 integrantes. De estos 106, al menos 60 están con Blanca Jiménez, quien con esto tendría la mayoría necesaria para hacerse cargo del Comité Estatal del PAN para los próximos tres años.

El retorno del Ñoño
 El dueño del PDR en Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, mejor conocido como “El Ñoño”, seguirá siendo el dueño perpetuo del partido que se ostenta como la presunta izquierda en Puebla, pero ahora con mucho más poder, ya que ayer formalmente se convirtió en el coordinador de los senadores del PRD en Puebla.
La corriente de “Los Chuchos”, esos que serían capaces de vender hasta su progenitora con tal de obtener poder y dinero, seguirá mandando y negociando en Puebla con las siglas del PRD. El poblano Barbosa, cuya familia es originaría de la región de Tehuacán, se adueñó desde hace 15 años de las siglas del PRD en Puebla y no las ha dejado porque representan un lucrativo negocio.
Ha puesto y depuesto a diputados locales y dirigentes estatales a su antojo, y ahora lo seguirá haciendo porque, como me dijo Mario Martell a través de Twitter, nadie sabe para quién vota y el beneficiario de López Obrador ahora es de nueva cuenta “El Ñoño”.

Mi respuesta a Luis Salazar Gámez
Agradezco la carta que envió el responsable de Comunicación Social y Relaciones Públicas de la Secretaría General de Gobierno, Luis Salazar.
Por lo visto a Rincón lo único que le hace falta es vender mole los domingos e inventar el agua tibia. Por lo demás, ¡ay, ajá!