En el ejercicio de la política hay que
aprender a lavarse las manos con agua sucia.
Jesús Reyes Heroles
Como aquellas viejas películas mexicanas que hoy volvemos a ver, así el PRI ha vuelto a regresar a la escena de la política nacional, pero como el principal actor, después de ausentarse del poder 12 años.
Aquellos que cantaron sus exequias o celebraron su desaparición como el viejo partido de Estado se equivocaron, el Revolucionario Institucional sólo mutó y sobrevivió como un organismo inmune a cualquier enfermedad política. Su recuperación dilató muy poco, la terapia intensiva lo transformó y lo condujo a ganar “haiga sido, como haiga sido” en julio pasado, nada más y nada menos que la tan ansiada Presidencia de la República.
Demostró el mismo PRI su capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias nacionales, nuevamente dejó constancia de su vida como un partido electorero que ha sido durante su larga vida, más que renovarse o refundarse simplemente innovó sus viejas mañas para seguir existiendo y lo logró, a los demás partidos los engañó muy bien y paso a pasito avanzó hasta haber logrado su objetivo principal.
A diferencia de los torpes panistas y de los ilusos perredistas, los del tricolor generaron su unidad a toda costa, mantuvieron con buena salud a su aparato partidario, su maquinaria electoral siguió funcionando y evitaron que les desmontaran sus enclaves sociales en varias entidades del país. Fueron una oposición inteligente, no se pelearon con nadie, fueron colaboracionistas de los gobiernos panistas, simularon “lealtad con México”, mantuvieron sus viejos sindicatos corporativos, cuidaron sus cacicazgos en sus gobiernos, apoyaron a su partido en donde perdieron y todos sus grupos internos se mantuvieron y resguardaron sus mismos privilegios y prebendas.
Ni la inútil e ingenua derecha, menos aún la desdibujada y desorientada izquierda, pudieron medir y detener el avance electoral que en 12 años tuvo el PRI. El tricolor es una suerte de las herencias posrevolucionarias que aún persisten en la historia del país. Aunque hayan dejado de reivindicar sus principales banderas ideológicas que les dieron vida y sustento, los priistas posmodernos y neoliberales han logrado mantener a su familia revolucionaria en paz y cohesionada.
Conocedores de todos los secretos del sistema político, juegan y siguen jugando a la democracia, saben sus atajos, los caminos cortos y largos, practican por igual sus métodos políticos y han engañado por igual a sus dos principales competidores (PAN y PRD) Sabedores de la corta memoria de los mexicanos, de sus hábitos y costumbres, de sus miedos, del “valemadrismo” y como buenos sociólogos tricolores del comportamiento de las masas, simplemente le dieron vuelta a la hoja, olvidaron todas sus atrocidades y daños cometidos durante más de 80 años en el poder. Hoy simplemente retoman las enseñanzas de los viejos priistas: lo hecho, hecho está y el pasado nunca existió.
Por supuesto que algunas de las palabras de Federico Reyes Heroles siguen teniendo vigencia para el actual Partido Revolucionario Institucional: “Una sociedad sólo conserva en la medida en que puede cambiar, pero, a la vez, una sociedad sólo cambia en la medida que puede conservar”. “En política la forma es fondo”. “No queremos luchar con el viento, con el aire; lo que resiste apoya”. “En política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia”. “Para que no medre la política de la fuerza, hagamos que impere la fuerza de la política”.
2012 fue el año cuando el PRI regresó al poder, donde la derecha perdió el poder, donde el caudillo AMLO nuevamente fue derrotado ahora por el PRI y en donde la izquierda pragmática pactó con el presidente en turno, Enrique Peña Nieto. El mes de julio será recordado por los priistas como el mes de la victoria, como el mes de los nuevos y renovados revolucionarios mexicanos, como el mes de su “exitoso” candidato que lo ha regresado a Los Pinos. No importa cómo, fue simple: el fondo es forma.
Sólo les preocupó en el camino una piedrita y no fueron los panistas o los izquierdistas, fue el movimiento #yo soy 132, el que por momentos los hizo retroceder un poco, pero nada mayor; operaron como siempre lo han hecho y doblegaron la fuerza, el empuje, el coraje, el rechazo y la rebeldía de los jóvenes mexicanos.
Para el tricolor este año será su año, cerraron bien, se prepararon y ganaron, volvieron al gobierno con una nueva camada de políticos renovadores y globales. Su partido y su edificio siguen intactos al paso del tiempo, resistieron lo necesario y derrotaron a sus pésimos adversarios. Hoy tienen todo: el país, poder político, presupuesto económico, partido, fuerzas vivas, una izquierda bien cooptada, una derecha bien controlada, una maestra acotada y los poderes fácticos en calma y sin fugas de capitales. Lo necesario para que Peña Nieto y el PRI vuelvan hacer creer a las masas en sus bondades y encantos.
Y el PRI volvió a regresar
PUBLICIDAD