La existencia de un verdadero proyecto ejecutivo, que incluyera un cálculo realista de los daños colaterales que provocaría la operación del metrobús en Puebla, seguramente hubiera sido determinante para detener el capricho morenovallista.
Desde el inicio de las obras de construcción de la ruta que comprende la primera línea se hizo evidente el conflicto que generaría este sistema, por diversas razones, las cuales he abordado en anteriores columnas.
A quienes circulamos diariamente por las calles de esta ciudad nos queda claro que el tráfico se desquició desde el arranque de las obras, además de que empeoró con la prohibición de las vueltas a la izquierda y que se pondrá peor el día en que arranque la operación de este sistema de transporte.
Aunado al grave problema de tráfico, otro punto de extrema gravedad será el incremento en la contaminación del medio ambiente que generará el arranque del metrobús, toda vez que los impresionantes embotellamientos que hoy se generan en toda la ciudad elevarán dramáticamente los índices de contaminación del aire, los cuales pueden ser corroborados fácilmente por la Semarnat.
No sería extraño que el Sistema RUTA dispare tanto el índice de contaminación, que en poco tiempo se anunciara el programa Hoy no Circula en la zona metropolitana de la Angelópolis. Lamentablemente, no existe un solo movimiento ciudadano en Puebla dispuesto a levantar la voz para detener un proyecto que atenta contra la forma de vida de los poblanos.
¿Dónde diablos está la “activista” Verónica Mastretta, quien se caracterizaba por organizar tremendos borlotes, con el argumento de ser una férrea defensora del medio ambiente?
¿En dónde está Gabriel Hinojosa con su famoso grupo G2G, el cual era presumía de ser defensor de los derechos ciudadanos?
¿En dónde están todos los revoltosos que de manera consistente se manifestaban hasta por la tala de un árbol?
Tristemente, la señora Mastretta decidió cambiar su “activismo” por una regiduría en el municipio de Puebla, donde es una simple burócrata incapaz de levantar la voz ante las atrocidades ecológicas que en Puebla se cometen.
Paradójicamente, la silenciada defensora de la ecología hace unos años estuvo a punto de ponerse en huelga de hambre, cuando se cambió de lugar un lago artificial en el Jardín del Arte.
A Gabriel Hinojosa difícilmente se le verá manifestarse, ya que es de todos conocido que solo aparece en tiempos electorales.
Y del resto de los supuestos defensores de la ecología, es evidente que el miedo que le tienen al gobernador es más grande que su “vocación” por proteger las condiciones de nuestro medio ambiente.
Por lo pronto, los poblanos estamos sentenciados a padecer una ciudad caótica por el simple capricho del Señor de los Cerros.
Contracara