Creada con el objetivo de atraer recursos externos para apoyar a alumnos en situación de vulnerabilidad económica, la Fundación BUAP desaparece. De acuerdo con fuentes cercanas, el organismo altruista dejó de cumplir con las metas establecidas dentro de su propio reglamento. Ante la falta de funcionalidad, las autoridades universitarias decidieron disolverla. 
Desde hace poco más de un año, las oficinas de la fundación —ubicadas en el bulevar 5 de Mayo— dejaron de recibir solicitudes de apoyo para becas debido a que los integrantes del patronato responsable de la recaudación de fondos no tuvieron interés de dar continuidad al trabajo que se realizó en la última década. Ante la falta de capacidad de sus directivos, las autoridades de la máxima casa de estudios no tuvieron más que pensar. 
Si bien los trabajadores de la hoy extinta Fundación BUAP fueron reubicados en distintas áreas de la universidad, la realidad es que existen muchas dudas alrededor de la desaparición de las oficinas. Es extraño que siendo la segunda fundación universitaria en el país después de la UNAM, y que formaba parte del Centro Mexicano de Filantropía (Cemefi), deje de operar a favor de los alumnos que menos tienen. 
Cabe recordar que la Fundación BUAP fue presidida en sus mejores años por el empresario —ya fallecido— Enrique Montoto Arámburo, quien dedicó gran parte de su tiempo y dinero para ayudar a quienes recurrían al organismo. Becas en alimentos, libros, recursos para utilización de internet (entonces se cobraba el servicio), entre otros, eran sólo algunos de los apoyos que se solían ofrecer. Fue creada por el entonces rector de la Autónoma de Puebla, Enrique Doger Guerrero, ahora diputado federal, y consolidada por Agüera Ibáñez, hoy candidato priista a la presidencia municipal de Puebla. 
Las verdaderas razones sólo las conocen las autoridades de la casa de estudios, sin embargo, es evidente que la dirección del organismo fue un verdadero fracaso en manos de Rafael Hernández Lobato. Bajo su responsabilidad estará la desaparición de la Fundación BUAP y con ella años de trabajo y beneficios a los alumnos que menos tienen. 
Qué lástima.