Deja que termine de contarte la triste historia de Don Agapito… Los hijos de Don Agapito Bales Parada —Amada. Agapito y Severo— y su amada esposa Rosalía Unapura enterraron al buen “Pito” en el monasterio de las Madres del Perpetuo Arrepentimiento de Zacatelkito. Fue idea de su hijo Severo, el diputado Bales Unapra, hacer un monumento a su papá “Pito”, una escultura de tamaño natural que sería realizada por el maestro escultor yugoeslavo Moshate Khonnalgu.
El hermano mayor de Severo, Agapito Bales Unapura, secretario de Obras de Zacatelkito, propuso la construcción de un túnel subterráneo que atravesaría al Popocatpetl por la mitad, con objeto de construir un “metro” que uniría a Zacatellkito con Zacatelco El Grande. A esta magna obra le pondrían por nombre el metro “Bales Pito”. Esta obra sería encargada al ingeniero tejano Ai Givmoney y al arquitecto hindú Chaiy Ote.
Amanda, por su parte, como legisladora de Zacatelkito, quiso honrar a su padre “Pito” instituyendo “La hora de Civismo y Cultura”, un hermoso proyecto que sería implementado en todas las escuelas primarias del estado con el fin de elevar el nivel cívico de los niños de Zacatelkito. Obviamente, esta compleja labor estaría bajo la responsabilidad de los cultos y cívicos maestros del CENTE de Oaxaca y anexas.
Hoy los hermanos Bales Unapura tienen su residencia en Holanda y pasan sus veranos en Mónaco y en Palma de Mallorca, donde tienen cuatro haciendas ganaderas, dos hoteles, 14 departamentos de lujo, una colección de 15 Ferraris y, además, son propietarios de la Oil Business & BU y del Banco BU en Uganda.
Su santa madre, Rosalía Unapura, prácticamente huyó del monasterio de las Madres del Perpetuo Arrepentimiento para convertirse en asistente del “Cocoy”, uno de los más afamados brujos de Catemaco. Las madres del convento son quienes mantienen el cuidado de la tumba de Don “Pito”, ya que su recuerdo se pierde en el olvido. 
Cuentan que el espíritu de “Pito” Bales vaga por la Cámara de Diputados y que, cada vez que hay elecciones, toma el espíritu de algunos políticos débiles de carácter, con el fin de recordarles que no hay nada más triste que irse al hoyo entre mentadas de madre, y que un nombre maltrecho afecta hasta a quienes ni la deben ni la temen.