Yo no lo sabía pero, según me dijo Rosalía —la viuda de Agapito, “Pito” Bales—, su nuevo compañero de vida, el brujo de Catemaco “Cocoy”, había sido contactado por un ser extraterrestre unos pocos años antes. Su nombre era o es Pelameya y viene de Alpha Cetis, un sistema que está a 5 millones de años-luz de la tierra.
Según me cuenta Rosalía, “Cocoy” estaba cenando unos tlacoyos y degustando un buen tlapehue cuando, de repente, apareció una luz amarillenta que iluminó toda su choza. 
“Cocoy” salió como “chiflido” de su hogar al oír una voz metálica que le decía: “Únete al señor, al seó’ de las ligas y su amada consorte Padierna, únete al Cente, a los amorosos noroños, Batre, Ensimas y compañía”. La méndiga luz venía de los faros del camionzote de un partido político y la voz provenía de un megáfono.
“Cocoy” se “reencanijó” y se metió corriendo a su choza con la intención de agarrar a balazos a todos a los manipuladotes intrusos que habían llegado hasta su hogar. Quería “partirles el queso” a como diera lugar. “Cocoy” siempre ha sido un hombre inteligente, no soporta la manipulación. Cuando se acercó a tomar la escopeta, apareció junto a ella un hombre vestido con traje metálico, era Pelameya. Pelameya se le quedó mirando y “Cocoy” se desvaneció. 
Rosalía me contó que, cuando despertó, “Cocoy” le dijo: “Mi amor, ahora sé qué hacer con mis huevos: ¡limpias!”.
—¿Limpias? —preguntó Rosalía.
—Sí, limpias —repuso “Cocoy”—. Además, Pelameya me mostró el futuro de los malvivientes a los que quería matar a balazos… Pobres cuates, qué joda les espera —balbuceó con tristeza—, de poco les servirá la lana…
—¿Y cómo vas a limpiar con los huevos, amor? —preguntó Rosalía preocupada.
—Con mucho esfuerzo y mucho dolor —repuso el buen “Cocoy”.