A lo largo de su historia el PAN ha presumido ser el más democrático de los partidos políticos de este país.
Con un estilo sui generis, este conservador instituto eligió a su presidente a través de una especie de asamblea de notables, a los que ellos llaman consejeros nacionales, quienes decidían a sus dirigentes nacionales.
Sin duda, el formato de elección no era otra cosa que una “democracia” controlada, la cual atendía a los intereses de la ultraderecha nacional, obedeciendo a la doctrina dictada por los fundadores de ese partido.
Con el ánimo de jugar a la democracia real, los panistas transformaron y renovaron sus estatutos para abrir su elección de presidente del Comité Ejecutivo Nacional a la base panista conformada por un padrón superior a los 200 mil miembros activos en todo el territorio nacional.
Sin darse cuenta, los panistas decidieron dar el paso a la verdadera democracia en el momento menos indicado.
Por increíble que parezca, la primera elección abierta a la base —supuestamente blanquiazul— la operó en todo el sureste del país el más priista de todos los panistas, que no es otro que el gobernador Moreno Valle.
Independientemente de las aspiraciones presidencialistas del Señor de los Cerros y de los amarres y compromisos que se desprendan del brutal apoyo morenovallista en favor de la campaña de Madero, la realidad es que lo sucedido ayer debe ser motivo de vergüenza para todos aquellos panistas que hasta antes de esta elección presumían la democracia de su partido.
Por más vueltas que le doy no creo que haya un sólo militante blanquiazul que se pueda sentir orgulloso de lo que aconteció antes y durante esta jornada dominical.
Compra de votos, acarreo descarado, amenazas gubernamentales, chantajes a líderes, exigencia de fotografiar las boletas, uso de unidades oficiales, propaganda negra, correos para inhibir el voto, robo de urnas, operadores gubernamentales, votos sin identificación y una larga lista más de anomalías fueron el sello de la elección panista en Puebla y en otros estados, particularmente en donde operaron los enviados morenovallistas.
Lo de ayer, fue una elección de Estado con todas las huellas dactilares de los mapaches de los “mejores” tiempos del PRI.
Vaya ironía, justo el día que los panistas decidieron jugar al partido demócrata apareció un priista disfrazado de panista para mostrarles cómo era que ganaba el partido de su abuelo —y su expartido— las elecciones en los años 70.
Hoy los panistas aprendieron mucho de alquimia electoral, aunque perdieron la calidad moral para cuestionar las cochinadas que de manera histórica criticaron durante décadas.
Las filas de campesinos que en diversos municipios de la sierra esperaron horas para votar por el nombre de la persona que les anotaron en un papel, justo antes de entrar a la casilla, marcará al panismo como un remedo del partido al que durante más de 80 años tacharon de anti demócrata.
A partir de hoy aquel panista que ataque las marranadas de los otros partidos se morderá la lengua y verá su hocico sangrar.
Ya no hay vuelta atrás.
¿Madero presidente?
Quienes piensen que Gustavo Madero se conformará con ser el dirigente de Acción Nacional por los próximos dos años, se equivocan.
La apuesta de Madero es consolidarse como el líder natural de este partido y de ahí catapultar su carrera política con rumbo a la candidatura presidencial.
La aparición de Josefina Vázquez Mota el día de ayer nos deja en claro que la señora está más viva que nunca y que hábilmente jugó con los dos candidatos.
Es evidente que la sospechosa declinación de Josefina le abrió las puertas a Madero, lo cual la coloca como una aspirante natural a la dirigencia nacional al término de este corto período, lo cual le daría congruencia a la participación de Lalo Rivera en la campaña maderista. Aunque de este tema abundaré en una próxima entrega.
Por otra parte, hoy Madero cuenta también con una red de complicidades encabezada por los gobernadores panistas, pero también tiene el aval del presidente Peña.
Sin duda, Madero será un personaje a seguir para la elección de 2018, lo cual provocará una guerra intestina con los suspirantes presidenciales azules cuando haga públicas sus verdaderas intenciones.
Y si no, al tiempo.