Independiente de la razón que dio origen a la Pyme cuando se crea, se hace pensando en crecer y permanecer. Por lo general, en el punto inicial se visualiza la dirección hacia donde se quiere ir y manos a la obra.
Al inicio sea cual fuere el número de personas con el que se parte (el dueño y unas cuantas personas), el primer escollo es ¿quién hace qué? El fundador con frecuencia es el hombre orquesta y se da cuenta de que una empresa por muy pequeña que sea tiene múltiples tareas y es necesario compartir estas responsabilidades. Las ganas y la flexibilidad de quienes partieron dan solución a todo lo que se les presenta, todos hacen de todo. En este escenario el dueño de la Pyme se mueve entre que tiene el control total y que no.
Por un tiempo este formato da resultado, hasta que piensa en crecer. El crecimiento desafía todo lo construido hasta el momento.
¿Cómo gestionar el crecimiento?
Cuando las pequeñas o medianas empresas comienzan a crecer se dan cuenta de que se hace necesario pensar en contratar más personas, mirar hacia nuevos mercados, generar mayores ventas, aspirar a mejores resultados, quizás nuevas instalaciones u oficinas.
Es en este punto donde comienzan a generarse desafíos tales como:
1. ¿Están preparados el dueño de la Pyme y su equipo para afrontar estos desafíos?
2. ¿Cómo conformar un equipo acorde al desafío?
3. ¿Cómo se lidera a este equipo?
4. ¿Cómo se gestiona este negocio?
5. ¿Cuáles habilidades o competencias es necesario desarrollar o reforzar en el equipo?
6. ¿Qué resultados son los que se quiere obtener?
El crecimiento no sólo trae retos en lo relacionado a decisiones de inversión, sino que también pone al dueño de la Pyme en el desafío de gestionar personas, recursos y tiempo, de liderar y principalmente de delegar, si es que no quiere quedar atrapado en el día a día y sólo enfocado en lo urgente. Esta última decisión se hace vital importancia cuando el dueño de la Pyme cree que el es único que entiende el negocio y es el quien realiza en forma eficiente el trabajo, que es el único que está comprometido y motivado. Es una situación pone en riesgo y que cuesta mucho dinero a la empresa.
Lo importante para la Pyme es detectar muy rápidamente cuál es el rol y que delega el dueño cuando crece la empresa.
Y justamente este último punto donde opera el coaching organizacional como una ventana hacia una reinterpretación de quienes están siendo hoy como individuos y como equipo para desde ahí definir la empresa que se quiere ser. Opera principalmente en desafiar creencias y conversaciones limitadoras, y ofrece a la empresa herramientas para aproximarse a sus nuevos desafíos. Es un proceso de transformación donde la labor de un coach es la de acompañar y mostrar mediante preguntas y herramientas de coaching nuevas formas de ser, para que sean las propias personas con estas nuevas miradas ejecuten nuevas acciones que no eran posibles antes, las que finalmente generan nuevos resultados.
Desde el coaching sostenemos que la cultura empresarial se produce desde la particular forma en que se relacionan y conversan las personas, sus valores, sus historias, sus estructuras y al mirarse en estas relaciones darse que sirve y que no está contribuyendo en el logro de desafíos y objetivos.
Como dueño de una Pyme se hace necesario estar atento a los cambios que se vayan presentando. Promover un ambiente de colaboración y aprendizaje. Y como en el deporte pedir ayuda a un coach para que te apoye a lograr aquellos resultados que quieras alcanzar.
El coaching nos advierte de la gran posibilidad que somos y trabaja en lo que “no sé qué no sé”. Como dice William Shakespeare: Sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser.
Cuando hablamos de coaching empresarial es importante destacar la importancia que tiene el saber realizar un buen diagnostico, ya que en ese proceso se puede escuchar lo que está faltando y detectar las habilidades, destrezas y sensibilidades que se deberían desarrollar para poder producir un equipo líder para el diseño del nuevo futuro, es decir, pasar de la situación actual al proceso de cambio para llegar al futuro deseado. Como así también identificar lo que hay que lograr para que el cambio y el aprendizaje ocurran. Nos confronta llevando con nuestros egos e intereses personales al grado de poder descubrir qué está frenando o afectando al equipo de trabajo y por lo tanto nuestro desempeño, y entonces finalmente podemos establecer una estrategia más clara para la empresa y obtener el crecimiento deseado aún en menos tiempo de lo programado.
El coaching en un Pyme nos ayuda a generar más expectativas de crecimiento, ya que nos abre un mundo de posibilidades basadas en el trabajo real de nuestro negocio.