Mientras los poblanos comunes y corrientes —para el gobernador, más corrientes que comunes— debemos pagar excesivos costos en el pago de servicios, como el aumento desmedido de las tarifas de agua, los amigos del Señor de los Cerros disfrutan de las ofertas especiales que les hace para entablar jugosos negocios.
El caso del terreno del estacionamiento del estadio Cuauhtémoc, que los agachados diputados deberán autorizar para que pueda ser vendido a la empresa que construirá el Coliseo de Puebla, rebasa los límites de lo que permisible.
Más allá de que el Coliseo sea realmente una plaza de toros con la versatilidad de dar otro tipo de espectáculos, lo cual como aficionado taurino me debiera dar gusto, debo decir que no se puede beneficiar a un empresario de manera directa y personal dándole la propiedad de un terreno a un precio de remate.
Si de verdad querían darle a Puebla un centro de espectáculos como este Coliseo, debieron haber otorgado el terreno a manera de comodato por 20 años para poder recuperar la inversión, pero no en propiedad a un precio ridículo.
Hagamos cuentas.
El precio comercial en la zona, a pie de bulevares y junto a los estadios, oscila los 400 dólares por metro cuadrado (5 mil 400 pesos).
Es decir que por los 21 mil 500 metros de este terreno, el precio sería de 116 millones 100 mil pesos.
Si partiéramos del precio catastral, que actualmente es de mil 700 pesos, el costo del terreno sería de 36 millones 550 mil pesos.
Lamentablemente, tal y como lo citamos en la edición del viernes pasado en Intolerancia Diario, una fuente enterada de la negociación reveló a este columnista que el precio en el que venderá el terreno es de mil 100 pesos por metro, dando un total de 23 millones 650 mil pesos.
Tremenda ganga.
Si comparamos el valor de venta con el del valor comercial, tenemos que la Secretaría de Finanzas estaría entregando un terreno con un descuento de 92 millones 450 mil pesos.
Y si tomamos como base el valor catastral, el ahorro para el empresario o la pérdida para el estado —como usted lo quiera ver— es de 12 millones 900 mil pesos, casi un millón de dólares.
Y por si fuera poco, sin hacer una licitación o un concurso abierto, para que sea el mejor proyecto el que se termine realizando.
Es evidente que existe un interés claro de beneficiar a un empresario, y que al haber una diferencia tan grande entre el valor real y el de venta existe una fuerte sospecha de un negocio por debajo del agua, similar al que se dio con la privatización del SOAPAP, en donde el secretario de finanzas, Roberto Moya, fue el gran negociador.
En esta lógica, no es posible que los diputados vayan a otorgar nuevamente un cheque en blanco al gobierno, para que siga malbaratando al estado y beneficiando a sus amigos empresarios, en un flagrante daño patrimonial al estado.
Quiero ver si los supuestos diputados opositores del PRI-Verde terminan votando a favor de este robo a los poblanos.
De los diputados de la alianza morenovallista me queda claro que no les preguntarán, sino que les ordenarán levantar el dedo para garantizar este nuevo negocio, pero de los opositores ya no quiero valentía, yo esperaría cuando menos congruencia.
Veremos y diremos.
 
Un negocio redondo
Mucho se especuló si la venta del terreno de los estadios sería para la construcción de un hotel, porque a los diputados se les ocultó la información y sólo se les dijo que es para un proyecto de desarrollo turístico.
Sin embargo, el tema del hotel está en marcha y representa otro suculento negocio, ya que al construirse el Coliseo de Puebla, la demolición de la plaza de toros El Relicario es inminente, y en ese terreno es en donde se construirá el hotel.
Pero esta es otra larga y escandalosa historia que en próximas entregas les iré contando.
Lo que sí les digo es que los morenovallistas no tienen llenadero.
     
Generando caos
Yo no sabía que “transformar” Puebla llevaba implícita la generación de caos.
A partir del sábado, los poblanos, además de los tráficos y la creciente ola de inseguridad, viven un auténtico viacrucis para poder verificar su vehículo. De verdad, lo que viviremos los poblanos es de pronóstico reservado. Ya lo verán. 
Y ya que hablamos de caos, quiero retomar mi tema principal de esta columna para predecir la locura que provocará la venta de estas dos hectáreas que pertenecen a los estadios de fútbol y béisbol. Hay que decir que el estadio Cuauhtémoc tiene serios problemas de estacionamiento y que, al quitarle estas dos hectáreas, se provocará un mayor caos los días de partido, particularmente en los juegos importantes.
Quienes asistieron al partido contra el América recordarán que la falta de espacios de estacionamiento provocó que los aficionados dejaran sus automóviles en los acotamientos de la autopista México Puebla y de la federal a Tehuacán, y convirtieron en un aparcadero la colonia Maravillas.
Para nuestra la mala suerte, al Señor de las Balas lo mueven otras cosas que nada tiene que ver con nosotros los poblanos.
Y lo mejor está por venir.