Hace dos o tres semanas vi una entrevista que le hicieran a Deepac Chopra, médico, filósofo y escritor indio (de la India) genial. El entrevistador le pidió que le diera al público alguna idea que pudiese ayudarnos en la vida; Chopra sonrió y dijo: “Esto podrá cambiar y mejorar su vida para siempre: da lo que necesitas, lo que te hace falta”.
El locutor se quedó por un instante como si le hubieran dado un trapazo con una toalla mojada, y después de varios segundos balbuceó: “¿Es decir, que si no tengo reconocimiento, debo de dar reconocimiento?”
“Sí”, respondió Chopra; es más, si quieres dinero, da un poco de lo poco tienes.
Que cierto eso, pensé… es como que la chimenea me de calor sin haberlo puesto la leña antes. Si no tengo amor a mi alrededor, primero tengo que dar amor, si no tengo; si nadie me escucha, necesito aprender a escuchar. Si estoy solo, debo acompañar; si nadie me apoya, apoyar; si nadie me ayuda, ayudar.
Por desgracia, siempre nos gana el ego, el mugroso y mamerto ego, que nos hace sentir que los demás no nos merecen o que todos están mal, menos yo.
La gente es la que debe venir a mi, la gente es la que debe escucharme, la gente es la que debe darme, la gente es la que debe entenderme, etcétera, etcétera.
Mientras esta situación sea cosa personal, ni modo, cada quién hace de su cola un papalote; pero cuando este defectito se encuentra incrustado en las uñas de nuestros gobernantes, la cosa cambia y se vuelve peligrosa, porque luego por eso el pueblo se levanta en armas… sienten que a la gente nadie la escucha.
Si quieres ser respetado, respeta, si quieres ser reconocido positivamente, respeta —diría Chopra—. Ora, si lo que necesitas es un baño, mejor córrele.