Lamentablemente, el tema de las candidaturas independientes se ha vuelto todo un cachondeo en donde la única lectura que se busca, es la de descifrar para los intereses de quién trabaja cada uno de ellos.
Siete registros de suspirantes fueron los que se anunciaron, aunque parece imposible que alguno de ellos logre las 130 mil firmas requeridas para obtener el registro.
De entrada, el IEE acordó que aplicará la guillotina a tres de los siete aspirantes, además de que otros tres quedarán con observaciones preparando su negativa de registro para próximos días.
Fuentes al interior del organismo electoral revelaron a este columnista que el único sin observaciones será Ricardo Jiménez.
Pero vayamos al fondo del tema.
Resulta difícil de creer que un aspirante ciudadano pueda reunir esas firmas sin el respaldo de un partido político o de la estructura de un gobierno.
Reunir un promedio de 4 mil 500 firmas diarias, en el entendido de que estas deben estar acompañadas por las copias de las credenciales de elector y una serie de datos personales, implican el trabajo de todo un ejército y de miles de pesos diarios.
Mover a los operadores por todo el estado representa un gasto de cuando menos dos millones de pesos, los cuales difícilmente alguien estaría dispuesto a perder.
No creo que detrás de ninguno de los aspirantes exista algún mecenas idealista, sabiendo que son nulas las posibilidades de triunfo en una elección cantada para pelearse entre solo dos fuerzas políticas.
Salvo la figura de Ana Teresa Aranda, quien además de buscar contribuir a la caída del morenovallismo por su odio justificado hacia el Señor de los Cerros pudiera también sembrar de cara al proceso electoral de 2018, los demás no tienen la más mínima posibilidad de alcanzar un porcentaje de votación que arañe los dos dígitos.
Para nadie es un secreto que entre los siete inscritos hay cartas que se mueven hacia los intereses morenovallistas y otras priistas y otras que francamente son de risa loca.
Hablando en plata, la única carta que hoy puede mover los números de la elección es Ana Teresa Aranda.
Si la derecha poblana y el panismo tradicional deciden meter las manos como única opción para recuperar el partido que Rafael les arrebató y de paso le da un soplido el PRI para lograrlo, podría encontrarse con las 135 mil adhesiones.
Pero para eso, primero habrá que esperar a conocer si el nombre de Ana Teresa no es uno de los tres primeros descartados.
Posteriormente, veremos si el IEE hace o no válida la renuncia de la señora al PAN.
Y ya después sabremos si logra las 135 mil firmas en 30 días, con fractura de clavícula incluida.
En conclusión, la exdirectora nacional del DIF tiene más obstáculos que una carrera de Steeplechase.
¿Logrará la doña imponerse a todas las adversidades físicas, económicas y políticas?
Veremos y diremos.
Contracara