Independientemente de las encuestas, que colocan a Tony Gali como el puntero de la elección para la minigubernatura de Puebla, la realidad es que el abstencionismo que se vaticina para el 5 de junio, provocará una guerra de estructuras nunca antes vista en este estado.
De acuerdo a fuentes al interior de los dos equipos de campaña, la apuesta para el primer domingo de junio es alcanzar el millón de votos.
Para llegar a esta meta, los operadores de Tony Gali aseguran que a estas alturas de la campaña tienen un millón seiscientos mil electores promovidos.
Por su parte, los priistas hacen números por encima del millón cuatrocientos de promovidos.
Evidentemente, ninguno llegará a esos números, aunque del éxito de su movilización y de que la mayor cantidad de promovidos llegue a las casillas depende la posibilidad de triunfo.
Para aterrizar estos votos, el PAN tiene puestas sus principales posibilidades de triunfo en la plataforma del sector salud para acarrear votantes.
Ahí estará la mano de Jorge Aguilar Chedraui como el principal operador de tierra, de la campaña azul.
En el PRI, las estructuras de Sedesol a través de Prospera y de Sedatu, son las que llevarán el peso de la elección.
Ahí está la mano de Rosario Robles y Juan Carlos Lastiri, apoyados de Juan Manuel Vega y Nancy de la Sierra.
De ahí que la participación de las estructuras morenovallistas y peñistas revistan un papel clave en el resultado final de la elección.
Partiendo de la base de que en Puebla votará solo el 50 por ciento del padrón, tenemos que el ganador apenas rebasaría el millón de votos.
Es decir, que quien que se meta un millón de sufragios será el nuevo gobernador o gobernadora de nuestro estado.
Y al que le falle la estructura verá cómo le pasan por encima sin la más mínima posibilidad de reponerse.
Sin embargo, si las dos estructuras se aplican, la que determinará al nuevo gobernador es la sociedad.
Y curiosamente, ese es el voto que no se mide.
Estamos hablando del bono ciudadano, que normalmente decide de último momento el sentido de su voto.
Si es así, la elección se definirá hasta el día de la elección.
Pero para llegar hasta ahí, primero requieren de que no los abandonen sus estructuras.
En pocas palabras, al que le fallen sus operadores, pierde.
Ni más, ni menos.