En medio de la bacanal panista para festinar el triunfo electoral del domingo pasado, las figuras nacionales de ese partido y un número considerable de analistas políticos empezaron a lanzar los nombres de Ricardo Anaya y Margarita Zavala para contender por la presidencia en 2018.
La debacle tricolor obligaba a pensar en el PAN como el partido emergente que pueda competir y evitar el arribo de Andrés Manuel López Obrador a Los Pinos.
En esa lógica, empezaron uno a uno los destapes, que sin excepción encontraban en Zavala y Anaya los nombres de los presidenciables azules.
Entre lunes y martes, en los corrillos políticos no se hablaba de otra cosa que de la madriza al PRI y por lo tanto de la posibilidad creciente de que el PAN regrese a gobernar desde Palacio Nacional.
Y en este escenario, nunca apareció Rafael Moreno Valle ni Gustavo Madero.
El ninguneo para el Señor de Los Cerros lo sacó de sus casillas y terminó por llevarlo a una medida más que desesperada: autodestaparse.
Así como usted lo lee.
Ante la falta de un destape natural de un panista de peso, Rafael tuvo que tragarse su soberbia para salir a los medios a anunciar que va por la Presidencia.
Es evidente que los panistas no van a quemarse por una carta que en este momento no mata ni un par de dos.
La lectura es muy simple, los grupos panistas tienen claro que la pueden ganar en 2018 y van a hacerlo con un panista o una panista de cepa.
Por eso es que Rafael no tuvo más remedio que autodestaparse, ante las mofas de la nomenclatura albiazul.
El conteo de los daños
Buscando un mejor horizonte que los haga superar la amargura de la derrota, los priistas parecen haber entrado en razón y salvo los casos de Enrique Doger y Juan Manuel Vega Rayet, el resto de las cabezas de este partido se han manifestado por el respaldo a Blanca Alcalá y a su dirigencia.
Alberto Jiménez Merino, Juan Carlos Lastiri, Javier López Zavala, Pepe Chedraui, Isabel Allende, Lucero Saldaña y otros entienden que aquí fallaron y perdieron todos.
Sin embargo, de las 7 derrotas, la de Puebla es la que puede encontrar mayores atenuantes por las condiciones mismas de la elección, aunque al final perdieron como en los otros 6 estados.
Lo que parecen olvidar los priistas es que su partido tiene reglas que marcan los tiempos de las decisiones.
Por lo pronto, los priistas, con las excepciones citadas, parecen estar dispuestos a asumir que buscando culpables no van a resolver nada.
O se ponen de acuerdo y se ponen a trabajar desde hoy, o en 2018 les vuelven a reventar media madre.
Veremos y diremos.