Así es, lector querido, seguramente los teléfonos de Intolerancia Diario no pararon de repiquetear reclamando por qué no apareció el artículo que escribo semana a semana.
Les voy a contar qué fue lo que pasó: nos dio una malvada influenza que nos dejó, a mi mujer y a mí, pa’ billeteros.
Si tú has sido uno de los pocos, poquísimos poblanos a quienes que no les pegó esta catarro inexplicable, deberías comprar “lotería”, pues tienes mucha suerte.
La influenza es un malvado mal que hace que te duela todo, hasta las suelas de los zapatos y las llaves de la casa.
Pero sabes ¿qué fue lo peor? Que el medicamento para aliviar este mal está agotado. Mi doctor, que ya sabía de las tranzas que hacen los laboratorios, tuvo que hacerme tres recetas de diferentes posibles medicinas, porque el Tamiflux, que es el especializado contra este mal, seguramente iba a estar agotado.
A pesar de que la Secretaría de Salud sabe que hay una epidemia bastante severa, igual que el año pasado. Si saben que esto va a suceder estacionalmente, ¿por qué no compran el producto en cantidades suficientes para prever la contingencia?
Tuve que hacer la “visita de la siete casas” para encontrar una cajita en una farmacia, y otras dos en otra, una en Cholula y las otras en La Paz. Seguramente nuestros gobernantes jamás padecerán estas penurias. Mientras tanto, el pueblo que se joda, que vaya recorriendo farmacias a pie, en camión, en burro o como puedan.
Además, cualquiera de las opciones para aliviar este mal es onerosa y si tomamos en cuenta los bajos salarios, sale como si estuviéramos comprando un puesto para diputado.