El 30 de abril de 1912, de acuerdo con el Plan de Ayala, firmado en Ayoxuxtla, Huehuetlán el Chico, en el estado de Puebla, se llevó a cabo por el General Emiliano Zapata la primera restitución de tierras a los campesinos en Buenavista, Ixcamilpa de Guerrero. 

Gran parte de los 103 millones de hectáreas ejidales y comunales, de 31 mil 480 núcleos poblacionales pertenecientes a 3 millones 100 mil sujetos agrarios, es decir, un 53 por ciento del territorio nacional, son tierras de poco valor para cultivos y actividades productivas tradicionales.

Sin embargo, tienen una gran importancia económica por su riqueza natural: plantas, animales, masas de agua, playas, pesca, minerales y bellezas naturales de gran potencial para el turismo en sus diversas vertientes.

El reparto agrario tardó varias décadas; pese a ello, en estas superficies se ha desarrollado ya infraestructura hidráulica además de que para que exista un mayor crecimiento en los ejidos se creó el Banco Ejidal, posteriormente el Banco Rural y actualmente se cuenta con la Financiera Nacional de Desarrollo. Asimismo, desde el año 1970 se aceleró el proceso de restitución de tierras, terminando en 1994 para dar paso a la regularización a través del Programa de Certificación y Delimitación de Tierras Ejidales (PROCEDE).

No obstante los esfuerzos de los tres órdenes de gobierno, el desarrollo de los ejidatarios y comuneros todavía adolece de apoyos, explicando su carencia,  porque el proceso de regularización ha requerido de mucho tiempo y atención de los representantes y autoridades gubernamentales, pero también porque no se dispone de instrumentos informativos útiles que permitan hacer un plan de trabajo para impulsar el desarrollo de los ejidos o las comunidades agrarias.

Los ejidatarios y comuneros viven en condiciones de pobreza y marginación sin conocer la riqueza y el potencial productivo con que cuentan. Las actividades productivas de autoconsumo con muy bajos rendimientos, el pastoreo incontrolado, la recolección, caza y pesca con una tendencia fuertemente extractiva que deteriora gravemente los recursos naturales, son actividades cotidianas.

La problemática general de los ejidos y comunidades, se caracteriza por la baja escolaridad y avanzada edad de los sujetos agrarios, tierras de temporal de poca aptitud productiva para la agricultura y ganadería, baja producción y mucho deterioro ambiental, poca tecnificación y mucho tradicionalismo, escasos apoyos en capacitación y asistencia técnica, terrenos accidentados de topografía irregular, entre otros. En dos terceras partes de los núcleos agrarios, los jóvenes ya no se están integrando a las actividades del campo y se carece de asistencia técnica y capacitación.

Ante un panorama así, no podemos seguir solo con conmemoraciones, discursos, guardias de honor, coronas para el General Zapata o cabalgatas. Requerimos de impulsar políticas públicas que atiendan las necesidades agrarias de fondo con mayor conocimiento de la realidad y una gran voluntad de servir a este sector casi abandonado.

Requerimos gobiernos y gobernantes más cercanos a las necesidades sociales, que son, para la mayoría, de sobra conocidas.

Y, para ser consecuentes con la crítica, en mi trabajo por Puebla me propuse, junto con un equipo de especialistas, llevar a cabo un estudio en el estado a fin de elaborar una ficha técnica de cada uno de los más de mil núcleos agrarios que existen a través de los 217 municipios, cuya función sea la de una radiografía que ayude a los representantes ejidales y comunales a elaborar un plan de trabajo así como a tomar mejores decisiones en favor del desarrollo de los sujetos agrarios y sus familias.

Cada ficha contiene información sobre los recursos naturales existentes, las actividades productivas actuales, los problemas de la producción, los problemas del ambiente, lo que se podría producir, principales acciones de mejora productiva y ambiental y, un plan de acciones de capacitación y asistencia técnica, para que el desarrollador ejidal y prestador de servicios técnicos no llegue como hasta ahora a preguntar qué hacen y qué problemas tienen.

En Buenavista, sí, allí en donde Zapata realizó el primer reparto agrario en el país, se siembra maíz, sorgo, jamaica, calabaza y ajonjolí; se crían bovinos, caprinos y ovinos y, pese a ello, el desarrollo socioeconómico es muy limitado. La  problemática principal es la falta de maquinaria, altos costos de insumos, baja calidad genética del ganado y cultivos, falta de alimento para animales y problemas de comercialización. Asimismo, existe una marcada erosión de los suelos, escasez de agua en los terrenos de agostadero, sequía y deforestación. Esta región cuenta con más de 12 mil hectáreas por las que atraviesa el Río Tlapaneco, además de encontrar en su orografía, cerros con fauna y minerales que forman parte de sus recursos.

La ficha de Buenavista y de mil ejidos más que se encuentran en el estado de Puebla se pueden consultar en www.jimenezmerino.com.mx.

Con base en todo lo anterior puedo afirmar que necesitamos contar con verdaderas políticas públicas que nos permitan atender de mejor manera al ejido mexicano.

 

*Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas

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