En México, 80 por ciento de la contaminación ambiental se deriva de actividades humanas, como la urbanización, servicios e industria. De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), 78 por ciento de las aguas residuales municipales y 80 por ciento de las industriales se vierten en espacios naturales sin tratamiento.
A su vez, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), señala que las pérdidas anuales causadas por daños al ambiente equivalen a 10.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, un poco más de 640 mil millones de pesos.
El destino inmediato del agua residual proveniente de casas habitación, granjas, industrias, baños públicos, beneficiadoras de café, mercados en comunidades urbanas y rurales con drenaje, generalmente es el lecho de barrancas, arroyos, ríos, lagos, lagunas y canales. Tan solo la carga orgánica generada anualmente por la industria en nuestro país asciende aproximadamente a 6 millones de toneladas.
Los impactos más importantes de las aguas residuales se presentan sobre la agricultura, ganadería, pesca y turismo, así como también sobre la salud de las personas, principalmente en afectaciones de la piel y vías respiratorias; en la aparición de fauna nociva y en la invasión de cuerpos de agua por vegetación acuática. Aunado a esto, los malos olores en las comunidades en donde hay aguas negras, especialmente en las horas frescas de la madrugada, son inaguantables y la presencia de mosquitos al atardecer es, en varios casos, insoportable.
El problema fundamental del tratamiento de las aguas residuales está relacionado en gran medida con el costo de la tecnología, en cuanto a construcción y operación. Tan solo el consumo anual de electricidad para el tratamiento residual de aguas en los municipios es equivalente a la nómina de la policía. Y esto es, sin duda, una de las razones por las cuales solo funcionan cerca de 800 plantas de tratamiento de un total de mil 100 existentes en México.
En Puebla, en su zona metropolitana, de las 22 construidas, solo 18 se encuentran en operación y las demás no se ve para cuándo lo hagan. Mientras tanto, el río Atoyac sigue recibiendo todos los desechos de Tlaxcala y Puebla, lo cual pone en riesgo la salud de miles de familias.
Ante estas circunstancias, pareciera que los únicos que han ganado en la edificación de plantas de tratamiento tradicionales son los funcionarios que contratan las obras, los proveedores de materiales, así como las empresas constructoras.
Otras opciones más baratas
Es tan arraigado el interés por construir plantas de tratamiento con el método tradicional, que no se ha dado oportunidad a conocer otras opciones más baratas, prácticas y funcionales.
De acuerdo con el texto Alternativas de tratamiento de aguas residuales (Noyola, Vega, Ramos y Calderón, 2000), el principal objetivo del tratamiento de aguas residuales es producir un afluente que pueda ser descargado sin producir daños al medio ambiente y los contaminantes puedan ser eliminados por medios físicos, químicos y biológicos.
Las zeolitas, según Miguel Ángel Hernández Espinosa, investigador del Instituto de Ciencias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (ICUAP), son rocas de origen mineral, de las cuales hay 206 tipos ubicadas en aproximadamente 30 yacimientos del territorio mexicano. Estas se aplican en medicina, agricultura, petroquímica e industria atómica y, son además, una gran opción para el tratamiento de aguas residuales por su capacidad de intercambio iónico.
En este tema, el ICUAP ha diseñado y probado una planta de potabilización química y bacteriológica de agua empleando zeolita, procedente de los yacimientos de Tehuacán.
El prototipo elimina el filtro rápido de arena-sílice y el filtro suavizador utilizados en las plantas convencionales y así, el filtro zeolítico permite remover sólidos suspendidos, amonio y cationes de metales pesados produciendo un mejor efluente que al paso por el filtro de carbón activado y por el sistema de lodación, se obtiene agua de mejor calidad (Ordóñez, Pérez y Hernández, 2003).
El uso de zeolitas permite crear un sistema de tratamiento de aguas residuales altamente efectivo y de más bajo costo en el mercado. El aumento o disminución de la carga de contaminantes no lo afecta. Este puede ser de tipo modular con capacidad de crecimiento según las necesidades, no genera olores, es portátil y requiere de muy poco espacio. El agua de salida tiene una remoción de contaminantes entre 95 y 98 por ciento.
Bajo este contexto, es imperante que, sea por el método que sea, el que mejor se adapte a las condiciones locales, urgentemente se revierta la contaminación que provocan las aguas residuales, las cuales están acabando con las especies acuícolas y amenazando la salud de las presentes y futuras generaciones.
Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas
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