Analistas, columnistas, políticos y público en general se van a romper la cabeza durante los próximos meses para descubrir el nombre de quiénes serán los tres candidatos al gobierno del estado por las tres principales fuerzas políticas.
Pero no se hagan bolas, aquí les presento a los grandes electores.
El gran elector azul
De entre el PAN, Morena y el PRI, es la del blanquiazul la más difícil de descifrar, por lo que representa en Puebla el peso específico de Moreno Valle.
Tal y como lo comenté hace unos días en esta columna, de los últimos candidatos a gobernador en todo el país, estos han sido designados por el Comité Ejecutivo Nacional —léase Ricardo Anaya —, por lo que se presume que ese mismo método se utilizará para nombrar a todos los candidatos a gobernadores en el 2018.
Así las cosas, en el PAN el gran elector no será otro que Ricardo Anaya, por lo que las posibilidades para Javier Lozano y Eduardo Rivera crecen como la espuma.
Sin embargo, Anaya no come lumbre y para amarrar su candidatura, podría negociar con Rafael Moreno Valle la posición para su esposa Martha Erika Alonso.
Sin duda, esa negociación sacará chispas y en ella estará incluida la senaduría plurinominal para Rafael con todo y coordinación, la gubernatura para su mujer y la futura dirigencia nacional.
Sobra decir que el éxito del enorme pliego petitorio morenovallista dependerá de su crecimiento de aquí a fin de año, pero de mantenerse los números como hasta ahora, seguramente serán tachadas varias de sus peticiones.
Lo que no han entendido los neopanistas es que en este partido las decisiones rebasan al Comité Directivo Estatal y que las candidaturas a gobernadores pasan a manos del dirigente nacional.
En conclusión, no hay que hacerse bolas, en el PAN el gran elector se llama Ricardo Anaya, ni más, ni menos.
El gran elector de Morena
Aunque en Morena señalar al gran elector pudiera parecer que estoy descubriendo el hilo negro, porque todos sabemos que ahí no se mueve un cabello si no lo ordena Andrés Manuel López Obrador, lo interesante es que su decisión estará sustentada en una encuesta que se realizará en septiembre.
Bajo esa lógica, con lo reducido de los tiempos, me parece que la estructura y el trabajo en campo de Alejandro Armenta lo hacen llevar mano.
Habrá que ver cómo resultan evaluados Luis Miguel Barbosa y José Juan Espinosa, pero ante la proximidad del estudio demoscópico, Armenta huele a candidato.
Sin embargo, como todo gran elector, AMLO tendrá en sus manos la aprobación o el veto hacia la nueva adquisición de Morena.
El gran elector tricolor
En el caso del PRI, habiendo presidente, la decisión siempre ha recaído en él; sin embargo, esta es la primera vez que se empata con una elección presidencial, por lo que el gran elector no será únicamente EPN sino que esta será compartida al abanderado del tricolor.
Pensar en consulta a la base o en consulta abierta o en la famosa convención de delegados resulta más que ociosa.
El candidato será definido entre Peña y el candidato presidencial y ahí todos juegan.
Lastiri, Doger, Estefan, Alcalá, Merino y hasta Chedraui tienen su velita encendida, en el entendido de que los jaloneos de la aldea no servirán de absolutamente nada.
La decisión saldrá de Los Pinos.