El problema no es que el hombre sea un “animal de costumbres, sino cuando se convierte, de costumbre, en un animal”.
Quizá sea por eso que nos es tan difícil creer que pudiese existir la paz y la armonía.
Acaso no somos los seres más inteligentes y pensantes del planeta o como aseguran algunos “científicos” del universo. Eso en mi pueblo le llaman soberbia del “humano de junto”.
Claro que no es fácil, si tenemos en cuenta que desde que tenemos memoria no hemos vivido un solo día en paz, sin guerra, un solo día sin que no tengamos que cuidarnos del de junto, bueno hasta de quienes nos gobiernan.
A propósito de gobiernan: ¿tú conoces al alcalde o al responsable del partido por el que votaste?, porque yo no, ni tampoco los cuates a los que les he preguntado lo mismo.
Me comentan que nomás les tiraron un choro mareador cuando fueron a pedirles su voto, prometiéndoles que iban a hacer de Cholula un pueblo maravilloso en el que todos viviríamos como en un cuento de hadas.
Bueno, yo creo que no somos los únicos en haber vivido este Calvario en todo Puebla, pero lo que nos ha sucedido a nosotros no tiene nombre, y sí lo tiene, pero no quiero ni nombrarlo, no vaya a ser lo que decía mi abuela —ni lo menciones no sea que se te aparezca por la noche—.
La verdad a mí me da harta tristeza ver en lo que han convertido a Cholula. Un pueblo que era verdaderamente mágico, lo convirtieron en un circo caótico sin planeación urbana alguna. Errores ¿inexplicables? Claro que Puebla capital (hoy, tubolandia) no canta mal las rancheras, igual de anárquica y con la urbanización destrozada.
Total, es el reino de la anarquía.
La peor maldición que le puedes echar a alguien en Puebla es: “Ojalá te dé chorrillo mientras manejas por tubolandia” y, peor aún, si transita por Cholula, por la Recta, a las 2 de la tarde o por el Camino Real, que son un real desmadre a cualquier hora.