A veces mi gente piensa que estoy chalao, y todo porque me gusta pensar y preguntarme un montón de cosas que a la mayoría de la gente le vale gorro, por ejemplo: 6.7 seguido de 29 ceros —la cantidad no la sé leer y creo que ninguno de mis cuatro lectores, ni miles de maestros universitarios sepan leer esa cantidad—. Si eso es sorprendente multiplícalo por los 9 mil millones de maceguales que habitamos el planeta.
Pero eso no es nada, piensa en que cada hojita de un árbol, cada pez, cada animalito, cada mosquito, el mar, el planeta, el sol y hasta el aire que respiramos y el cosmos infinito, están hechos con el mismo material: átomos, energía, luz. Pero hay una pequeña diferencia que tenemos los humanos, a diferencia de todo lo demás: nosotros tenemos una mente que nos permite crear y hacer cosas con el mismo material.
Entonces no me digan que toda esta maravilla proviene de un accidente de la naturaleza… no marchen. P´a acabarla de complicar, nosotros vivimos en una tercera dimensión o sea que no podemos ver lo que sucede en el otro montón de dimensiones que, “aunque usted no lo crea”, nuestra avanzadísima ciencia” ha comprobado que existen. No me vas a decir que todo esto es el resultado de un accidente antes del “Big Bang”.
Nuestra mega soberbia es gigantesca y más en la mayoría de nuestros científicos que les faltan calzones para decir “me cai que no sé”.
Te imaginas, lector querido, que tuviéramos la habilidad o la capacidad para ver las lucecitas que produce cada átomo que existe. Ha de ser un show inimaginable. Ves por qué a veces me ven como si estuviera loquito. La verdad es que en mi opinión, no hay aventura más maravillosa que pensar, que poner en duda todo lo que la mayoría de las veces no cuestionamos. En pocas palabras no creo que sea inteligente el aceptar todo lo que nos han dicho nomás porque sí. Creo que es sano preguntarse siempre ¿por qué?
No pensar es, ni razonar nada, es en mi opinión, tirar a la basura lo que me hace diferente a las piedras, o a mi gato.