Por donde le busquen, la del primero de julio será una elección absolutamente irracional.
El voto mayoritario nada tendrá que ver con capacidades, propuestas, honestidad o confianza; el sufragio estará íntimamente ligado a un factor determinado por la postura antisistema, que une el hartazgo social, con la moda de las redes, en donde estar fuera de la tendencia, es sinónimo de traición a la patria.
Leía yo un tuit que decía: “Hoy que tenemos un buen candidato, vamos a votar por el malo”; refiriéndose a que las encuestas favorecen a AMLO y que Meade está lejos de las preferencias.
El problema es un tema de percepción, en donde el PRI se tardó todo un sexenio para comprender que sus excesos los marcarían de tal forma, que ni un candidato limpio —único en su historia—, les bastaría para borrar sus tropelías.
Es muy cierto que de los candidatos presidenciales, Meade es —por mucho— el más preparado, congruente y experimentado de todos; pero también que es innegable que la marca tricolor no la levantaba ni Meade, ni el político —si es que lo hay— más puro del Universo.
La elección de este 2018 es cosa juzgada. Es como un juicio público, de esos que en las plazas determinaba la masa ejecuciones masivas, sin más pruebas que su estado de ánimo.
Y nos guste o no, así es la democracia.
El pueblo ya emitió su veredicto y éste es en favor del hombre que los convenció. Con promesas populistas, con puntadas, ocurrencias y con la tenacidad de 18 años, AMLO ha convencido a millones y millones de mexicanos que a grados ceguera le han dado su voto de confianza.
En esta elección, la irracionalidad es parte intrínseca del votante y esa condición puede repetirse y multiplicarse en las elecciones locales, en donde el anunciado tsunami lopezobradorista podría darle puestos a verdaderos analfabetas políticos. Pero para su fortuna, hoy Morena la trae tan derecha, que hasta los hijos de la maestra Elba Esther han sido exonerados y muy probablemente los tengamos viviendo en Puebla, en donde ya anunciaron que residirá la Secretaría de Educación Pública. Es decir, que el centro de operaciones financieras de la familia Gordillo cambiará su corporativo de San Diego al Centro Integral de Servicios (CIS) a partir de diciembre.
Y conste que la irracionalidad no está centrada únicamente en Morena, ya que en Puebla sus oponentes panistas son mayoritariamente morenovallistas, empezando por la candidata al gobierno del estado.
Y en el PRI, en lugar de repetir la fórmula ciudadana de su candidato presidencial, recurrieron a muchos de los dinosaurios tricolores que descansan en las vitrinas de su jurásico museo.
Así las cosas, tras una campaña surrealista, quien vote el primero de julio, correrá el riesgo de hacerlo bajo el visceral efecto provocado por una conducta absolutamente irracional.
Pero, si queríamos democracia, todos se callan y se aguantan.
Un voto irracional era un riesgo que había que correr.