Emmanuel Vara Zenteno falleció este miércoles luego de ser arrollado por un camión del transporte público en un cruce que a pesar de contar con una ciclovía, una estación de RUTA y hasta un carril confinado, carece de adecuados espacios para peatones.
La irreparable pérdida estuvo acompañada, tanto en redes sociales como en la rodada nocturna, de mensajes de solidaridad a sus deudos, así como de reconocimiento a la labor que el director de Gestión de Movilidad del Ayuntamiento de Puebla realizó.
Lo mismo se destacó la lucha del joven de 28 años de edad por crear mejor infraestructura vial para ciclistas y peatones que su pasión por contrarrestar los efectos del cambio climático a través de acciones colectivas, como el uso de bicicletas como medio de transporte en lugar de automóviles particulares.
Tras el deceso, que rápidamente se convirtió en tendencia en redes sociales, el llamado de diversos colectivos a aprobar la Ley General de Seguridad Vial, una iniciativa que permanece en la congeladora del Congreso de la Unión desde hace un año.
La iniciativa propone, entre otras cosas dar fuerza a la movilidad sustentable, acciones para fortalecer la seguridad en vialidades, criterios uniformes en todo el país para la entrega o cancelación de licencias de conducir y placas, nuevos estándares de diseño vial, así como la reducción de velocidad en calles y avenidas.
El texto también refiere que cada día 43 personas pierden la vida en accidentes de tránsito, siendo los peatones y ciclistas los más vulnerables.
Le doy todo este contexto porque me parece que existe un punto que se debería incluir forzosamente ya sea en esta Ley General de Seguridad Vial o en cualquier otra iniciativa que se presente en el Congreso local de Puebla.
Se deben endurecer las sanciones no sólo contra quienes no respeten los carriles confinados o den vueltas a la izquierda en lugares prohibidos, urge que exista una verdadera modernización del transporte público en Puebla. Y cuando digo modernización no me refiero a que pinten las unidades actuales o les coloquen cámaras de seguridad que dejen de funcionar a las dos semanas.
Me refiero a que en verdad se coloquen camiones dignos, limpios, con espacios adecuados, con choferes que tengan claro que prestan un servicio público y que se olviden de jugar carreritas por ganarse el pasaje.
Conductores con un salario digno que se comprometan a pasar en los horarios establecidos, evitando que los poblanos estén hasta media hora esperando una unidad que quizá ya no pase. Choferes con un sonido modulado en sus estéreos, que muestren respeto y tolerancia a las personas que con dificultades suben o bajan de los camiones.
Hombres y mujeres que estén dispuestos a tomar cursos de primeros auxilios antes que pagar mordidas para contar con las licencias necesarias.
La velocidad mata, es una frase que se repite cada vez que un accidente vial cobra nuevas vidas, pero también matan la impunidad de los gobiernos que continúan tolerando las pésimas condiciones de las unidades que diariamente mueven a los poblanos.
También asesina la corrupción, reflejada lo mismo en los agentes que aceptan un billete en lugar de infraccionar a un conductor, que en los responsables de entregar licencias de conducir sin que los interesados presenten ni siquiera un examen teórico.