En dos minutos se acabó el sueño de la reconversión para quienes vieron en el partido que domina la escena la oportunidad de regresar a los cargos públicos, sus presupuestos y el ‘nego’.
No habían pasado 48 horas de que en diversos actos de campaña de fin de semana el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Luis Miguel Barbosa Huerta se hizo acompañar de personajes que en el pasado mantuvieron una postura hostil hacía su primera candidatura, o de plano, se prestaron para la guerra sucia cuando vino el balde de agua fría.
En la lista de quienes aparecieron de manera súbita en actos de campaña, estaban Gerardo Islas Maldonado, el diputado local que abandonó al grupo del extinto Rafael Moreno Valle; el ex candidato al gobierno de Puebla por el PRI, Javier López Zavala; y otros personajes como Leobardo Soto Martínez de la Confederación de Trabajadores de México.
Los dos últimos en vías de ser expulsados por el Partido Revolucionario Institucional por sus evidentes apoyos al candidato de Juntos Haremos Historia y no al abanderado del PRI, Alberto Jiménez Merino que va a contra corriente en esta contienda extraordinaria.
“En mi campaña han participado mujeres y hombres de todos los partidos políticos, no sólo de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional); no sólo del PT (Partido de los Trabajadores); no sólo del Verde, también del PRI (Partido Revolucionario Institucional); también del PAN (Partido Acción Nacional); también del PRD (Partido de la Revolución Democrática); Morena tiene que comportarse a la altura de la circunstancia...”.
Añadió que “somos el partido hermano mayor en el país, somos el hermano mayor en el estado. Tenemos que abrir nuestros brazos, abrir nuestro corazón. No estamos repartiendo puestos, no estamos repartiendo candidaturas. Todos los que vengan de buena fe y a trabajar, bienvenidos”.
“¡Los oportunismos los sabemos distinguir!”, dijo en su arenga, lo que originó el aplauso unánime de una multitud uniforme en Ixcaquixtla, en un claro mensaje para quienes habían asumido que tendrían un lugar seguro en el futuro gabinete de quien parece encaminarse a la victoria, luego de ver el resultado de diversos estudios de opinión.
En 120 segundos el candidato Barbosa Huerta terminó con la esperanza de quienes han pretendido borra el pasado inmediato sin entender el desfiguro demencial protagonizado frente a la sociedad y la indigestión de quienes sigue desde sus orígenes al Movimiento Regeneración Nacional.
El sueño se esfumó, así de simple y así de rápido, en menos del tiempo que esperaban los saltimbanquis de la política. Otra lección de la historia que se escribe por estos días.